Yo me imaginaba el frasquito mucho mas grande. Como los que aparecen en las películas de los gringos, como de medio litro cada uno. Pero no. En realidad no es más grande que un frasco de témpera, como de cinco centímetros de alto por dos de diámetro. Pequeño, difícil de manejar, incómodo de sostener, sobre todo cuando te piden que mees dentro.
El examen de orina era obligatorio. La empresa necesitaba saber si era drogadicto o no antes de contratarme. Me metieron en un cubículo pequeño y me preguntaron si es que había consumido algún medicamento durante las últimas 4 semanas. Después de hacerme firmar unos cuantos formularios renunciando a mi privacidad biológica, me condujeron amablemente a un baño de un metro por dos. Era un baño común y corriente, con un water, un lavamanos, un dispensador de jabón y un rollo de papel, que me imagino servía tanto para secarse las manos como para limpiarse el culo. Lo único que llamaba la atención era la ventana que estaba frente al WC. Estaba opacada por esos adhesivos de ventana completa, y a la altura de los testículos había una ventanita más pequeña que me recordó a un confesionario. Esta ventanita se abrió repentinamente y reveló una mano sosteniendo el pequeño frasco.
- ¿Está bien escrito su nombre? - me preguntó una voz femenina, mostrándome el rótulo con mi nombre en el frasquito.
- Si, está bien.
- Entonces tómelo. Orine dentro, lo limpia si chorrea, lo tapa y me lo devuelve.
- OK.
- ...
- ...
- ¿Tiene ganas o no tiene ganas?
- La verdad es que no mucho.
- OK, no hay problema. Vaya a la cafetería y tome mucha agua, café o té. Vuelva cuando se le estén saliendo los ojos de las ganas.
- Bueno, muchas gracias.
Le devolví el frasquito y me encaminé a la cafetería. Un litro de agua y tres aguitas de hierba después, estaba de vuelta en el baño.
- ¿Ahora si?
- Ahora si. Deme el frasquito... por favor...
- Ahí está.
- ...
- ...
- ...
- ¿Tiene ganas o no tiene ganas?
- Si señorita, tengo muchas ganas.
- ¿Y qué está esperando?
- A que cierre la ventanilla.
- Eso no va a poder ser, señor. Necesito ver cuando orina en el frasco. Es la ley.
- ¡Jajaja!
- Señor, es en serio. Déjeme ir a buscar a un enfermero hombre para que no sienta vergüenza.
- ¡No! ¡Espere!
Pero era demasiado tarde. El brazo de la enfermera desapareció. ¿Y ahora que hago? me pregunté, evitando la respuesta obvia que mi inconsciente me sugirió casi en un grito telepático: "¡¡¡Mea, huevón, MEA!!!".
- Ya amigo, cuando usted quiera.
La voz era ahora masculina, y el brazo peludo en la ventanilla también. Jamás pude controlar la timidez de mi vejiga. En los baños públicos generalmente hago mis necesidades en el WC, por supuesto, una de pie y la otra sentado. Por más increíble que parezca, siempre me ha resultado más cómodo desnudarme frente a una mujer que frente a un hombre. Por eso quería que se quedara la enfermera, pero ahora no podía decirle al "amigo" que la fuera a buscar. Me hubiese tratado de pervertido, o quien sabe que mierdas mas.
- Emmm... ¿te puedo pedir un favor?
- Mientras que no me pidas que te la sujete o te la sacuda... dime. - el humor del enfermero no me estaba ayudando en nada.
- Necesito que quites tu brazo de mi vista.
- ¿Por que?
- ¿Es un problema?
- No, pero...
- OK, si no quieres estar media hora mirándome el pene, me vas a hacer caso.
Lentamente, su brazo desapareció de la ventanilla.
- ¿Así está bien?
- Si, está bien. Ahora necesito que guardes silencio y dejes que me concentre.
La posición no era la más cómoda. Con la mano izquierda sosteniendo el frasco, con la derecha mi herramienta. Los ojos cerrados, concentrándome, imaginando que estaba sólo, en el baño de mi casa, lo más natural del mundo. Poco a poco, mi vejiga se fue relajando, y la orina brotó primero como un tímido chorrito, después con las ganas acumuladas que tenía. El frasco se llenó rápidamente, y algunas gotas salpicaron mis manos y otros lugares del baño. No me importó. Inconscientemente sabía que el baño no era mío, y que no lo tenía que limpiar yo.
- Bien. Cierra el frasquito y déjalo en la bandeja.
Obedecí, todavía con mis pantalones a media pierna.
-...
-...
- ¿Me dejarías terminar, por favor?
- Si, claro.
- ¡Entonces cierra la ventanilla!
- OK...
Los resultados del examen salieron "alterados", según me dijeron por teléfono. Volví al hospital a una reunión con el doctor que sería estrictamente confidencial. Apenas me presenté en la recepción, dos detectives de civil me esposaron rápidamente y me sacaron a la calle. Según me explicaron en la comisaría, yo tenía drogas en mi sistema que eran peligrosas incluso para los animales. Al parecer, había consumido cocaína, metanfetamina cristalizada (a la moda), LSD, éxtasis, chicota, pasta base, marihuana, varios derivados del opio e incluso una droga llamada "postinor", mas conocida como "la píldora del día después", un anticonceptivo femenino.
- ¿No les parece un poco raro que esté tan sano después de haber consumido tantas drogas? - pregunté, tratando de hacer razonar a los detectives que ya llevaban más de una hora interrogándome.
- En realidad es un poco raro, pero no imposible. - me porfió el más grande de los dos.
Unos momentos después, entró una detective (muy atractiva, por lo demás) con un informe en la mano y una sonrisa socarrona en el rostro. Después de leerlo, los detectives me quitaron las esposas con todo cuidado. Me pidieron disculpas muchas veces, todas con una diligencia que contrastaba demasiado con el trato anterior, casi como sarcasmo mal escondido.
- ¿Qué pasó? - pregunté.
- Señor, en su estado no lo podemos retener aquí por más tiempo.
- ¿Por mi estado?
- ¿No lo sabía? Entonces permítame darle la feliz noticia: usted está embarazado.
Estuve varios días con escolta policial, hasta que se aclaró finalmente el misterio. El "amigo" voyerista que me vio orinar, al parecer extravió mi muestra. El estúpido no encontró nada mejor que reemplazarla por pequeños chorritos de las otras muestras que había tomado durante el día. En estos momentos (según me contaron los detectives antes de dejar su puesto frente a mi casa) cumple una condena de cuatro años y un día. Al parecer, parte de la orina en mi muestra era de él (específicamente la parte de las drogas). Tuve que hacerme el examen de nuevo. Esta vez, no tuve ningún problema para orinar en el frasquito bajo la atenta mirada de la enfermera.
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