Eran las 7 de la tarde, atardecía e íbamos en grupo.
Ella ya no se sentía del todo bien, hace algunos minutos atrás había vomitado, vaciado mejor dicho, una plato de tallarines con camarones ecuatorianos, o al menos eso parecía. Su cara estaba demacrada. Se notaba el cansancio y una estela de sudor nublaba sus párpados, cosa que la hacía constanmente tropezarse y caer.
Se llamaba "Amor", y era perfecta...para mí.
Su fenotipo era incomparable; rubia, de tez blanca con un barniz dorado dejado por largas horas en la playa, ojos verdes, de un metro y medio de alta.
Quizás hasta ahí concordarás conmigo que era realmente un angel caído del cielo o algo parecido. Pero no era su apariencia física lo que hacía que a los ojos de todo vidente; no formara parte de sus planes. A mi también me sucedia lo mismo.
Era su esencia y su manera de enfrentar la vida la que me zambullía entre sus redes y me hacía dejar mi cuerpo para atenderla a ella.
Era extrovertida, muy profunda y alocada. Sin pensar las cosas 2 veces cometía una locura día tras día, sin importar el giro que tomara su vida.
El saber que no controlaba su vida y de hacer lo que se le antojaba sin medio a la repercusión, me exitaba, con E mayúscula.
Pero su vida no era más su vida. Era alcohólica.
Le pertenecía a la droga lícita y no sabía que hacer.
A lo mejor me equivoque al decir que era bronceado de verano y no de cantina, pero no viene al caso.
Su situación en la playa dejaba mucho que desear para el común, pero ya sabemos que a ella no le importaba nada, y aún eso reafirmaba el encanto que tenía en mí.
Pasaron varias horas y ella no conseguía despertar. Hacía lo impensable, para poder reavivarla y adorarla junto a ella, concientemente.
La recosté en mis piernas, la sobé y acaricié por los brazos y su cabeza, respectivamente y eché a volar mi imaginación, pensando en una vida utópica y como sería estando ella a mi lado.
Nos iríamos a vivir a una casa de 2 pizos, tendríamos 3 hijos. Le compraría un perro y un gato, porque quien puede decir que tienen una familia si no tienen perros ni gatos, es ineludible.
Además un bello jardín con rozas, tulipanes, y narcisos. Yo saldría a comprar el diario los Domingos y ella me tendría preparada limonada. Seríamos felices.
Sin pensarlo, como un grito del corazón que quiere ser escuchado le dije:
- Te amo.
De pronto ella despertó y lo hizo de la peor manera, para conmigo por lo menos.
Abrió los ojos y dio un respiro al aire, junto con darme un baño completo de su acidez estomacal.
Se sentó, me miró y no me dijo nada.
Se paró, se bajó los calzones y procedió, en mí.
Así me meó los zapatos 3 veces y se fue hasta el bar.
Nunca más la vi.
Todavía algo aturdido por este recuerdo...queda una estela de amor y odio en mi ropa que use es día.
Obviamente con un toque a limón. |