Roberto Roedor
Roba Quesos,
había sido
siempre
el ratón más grueso.
De familia noble
de estirpe
roedora,
con brillante
mirada,
cabellera
suave,
larga
y grisácea.
Tenía un día,
por ratonesca
tradición,
la captura
de un gigante
Gauda
por misión.
Al frente,
un feroz felino,
de negros
ojos
y sin tino,
con afiladas garras,
perdición
de miles
de ratas...
Su abultado
talante,
hacía
de Roberto
Roedor
Roba Quesos,
un manjar
grande
y suculento.
Tres días
pensó
su estratagema,
y el día acordado
en práctica puso
lo pensado.
Caminó hacía
el gato,
con orejas
puntiagudas
y una cola
larga
y peluda,
arrojando
maullidos,
con fuertes
arañazos
como si
fuese un gato.
El Gato
de negros ojos
sorprendido,
no hizo más
que mirarlo
despavorido.
Un engendro maligno,
se dijo,
un enano gato,
rechoncho
y mal hablado.
Estupefacto
quedó y
observó
como escapaba
Roberto
Roedor Roba
Quesos,
con el enorme
Gauda
entre sus
garras.