Mi profesora no es de aquí.


Fui el primero en llegar al aula, donde empezaría a recibir las lecciones de mi curso de mandarín. Faltaban 25 minutos para la hora de inicio. Mientras tanto seguí con la obsesión de su recuerdo. La recordaba casi toda; su figura, sus ojos, su voz, su tersa piel, todo, menos su aroma. No tenía aroma. Mientras divagaba en su recuerdo, mis ojos permanecían cerrados. Estando así, empezó a llegarme un aroma seductor de mujer. Me decía a mi mismo:

- Pero esto es maravilloso. He logrado crearle en mi imaginación el aroma perfecto del amor.

Me mantuve con la vista cerrada mientras disfrutaba en silencio de mi amada con el ansiado el aroma de mujer que al fin logré identificarle.

No se cuanto tiempo pasó, cuando escuché un carraspeo leve, que me hizo reaccionar. Abrí mis ojos y descubrí sentada al lado del escritorio del docente, una enjuta mujer, de unos 30 años, con gafas sostenidas en la punta de su larga nariz. Me observaba desde hacía rato.

- Ho ho ho ho laa, soy su profesora de de de de mandarín. Me llamo Anangel
- Me gusta conocerle, señorita. Palin me llaman, para servirle, le dije.

Se puso de pie y dirigiéndose a mi lugar con su mano extendida me ofrecía el saludo. En el acto me levanté y le extendí mi mano, la cual ella tomo más fuerte de lo esperado.
Al tiempo empezaban a llegar al aula otros estudiantes, también matriculados en ese curso de mandarín, los cuales ella saludaba, dejando en evidencia esa rara tartamudez.
Al acercarse ella, aquel olor se hizo más fuerte y me dejó mi mano impregnada del mismo.

A partir de ese momento empecé a perder el juicio por ella. Aunque era fea, tenía lo que le faltaba a mi amor, ella tiene aroma. Iniciamos, mi profesora tartamuda de mandarín y yo la más extraña relación de odio y amor que se haya visto.

Ese día esperé quedarme al final solo con ella en el salón de clase. La conté mi historia con lujo de detalles y la dije que su aroma era cautivador. Se rió a más no poder. Le supliqué que callara, pero que me dejara estar junto a ella..

Su respuesta fue evasiva y me amenazó con acusarme ante la autoridad de la universidad sí yo continuaba con mi historia y mi locura por su olor. Pero para mi aquello era muy importante y una amenaza de esas no me asusta. Me disculpé, pero le dije: - Luego será.

A los dos días volvimos a la clase. Igual que el primer día llegue temprano y me perdí en mis divagaciones con mi amada, pero ahora con una intrusa en mi imaginación quien en ella enfrentaba a Adlin (así se llama mi novia ida) en una lucha por mi amor. Otra vez se me acercó y muy en silencio me dijo:

- No has pensado que yo soy tam tam también una extraterrestre.
- ¡No, no lo eres ¡, le grité. Tienes aroma, si lo tienes

Se río con aire victorioso. Sabía que me atrapó. Caí en su dominio, pues es perversa y a pesar que no sabe mandarín, da clases de eso.

Desde ese día mi pesadilla se hizo triple. Mi obsesión por mi novia ida, mi obsesión por el aroma de mi profesora y mi obsesión porque con ella no aprendo mandarín.
Esa noche mi soledad tuvo por compañía mis lágrimas, que trataban de lavar la mugre de mi alma que me preguntaba: ¿Es Anangel otra extraterrestre? ¿Pero su aroma?