Para entonces ya he tenido tiempo, yo; al mismo tiempo el carcelero, el encarcelado, el juez injusto, el fiscal corrupto, el defensor timido; tiempo de reventarme la cabeza contra las paredes del calabozo por culpa e inutilidad, futabilidad si asi quieres verlo. Una complicidad con la miseria de espiritu. Con los dientes afilados por rechinarlos en las noches de tristeza demencial, descepcion desgarradora y mentiras entra-nables me he arrancado las mu-necas y ahora que siento que la vida se va de mi cuerpo. Vuelvo a mi pasado, donde toda la mierda y la miseria y los intentos de suicidio eran cosas fuera de lugar en un mundo donde la juventud gobierna y la idiotez ense-na.