Sigue pensando en cómo eliminarse de la realidad. Juega con sus ojos, los envuelve en colores fuertes y vivos. Sus labios pintados de negro besan la muerta, tocan su pecho quebrantado. La luz le lastima los ojos. Sigue sin saber cómo salir de ahí. Llorar parece tan en vano, no necesita humedecer sus ojos. Juguetea con la mano en la oscuridad, la alza e intenta alcanzar algo que no ve. Los colores vivos se perdieron en el humo que se esparce por sus pulmones. Sabe que en algún lugar ella está ahí. Por eso no tiene miedo de no ver. Si su momento llega, quizá cuando sus pulmones exploten y se esparzan
por aquel agujero, sabrá que ella mismo lo sabía. Pero mientras salta con un solo pie el humo se disipa, la trampa se acerca. Lo presiente, muerde sus labios hasta dejarlos sangrar. Una sola gota de sangre cae hacia el abismo y tiñe un camino color bordó. La salida no se encuentra al final de ese rio rojo, pero el humo vuelve a aparecer y su respiración comienza a acelerar el latido de su corazón. Apoya el otro pie en el piso y echa a correr por el camino. Sabe que no va a encontrar la solución así, pero las piernas no se separan de su cuerpo y se van solas. No, las tiene que seguir. Unos años antes quizá si podría haber despegado sus piernas y dejarlas correr solas. Pero ahora le duele. El camino acaba en vivos colores que ciegan sus ojos. Se comienza a oler la putrefacción, comienza a sentir el tumulto de la desesperación. Sabe que está cerca, sabe que tendría q haber dado la vuelta y regresar, pero sus piernas tenían otro plan.
El humo se quedo atrás, y ahora lo extraña. Ahora sus órganos se contraen x el aire puro y los movimientos peristálticos la agonizan. Se enferma, vomita algunas entrañas y se acuesta a dormir. La oscuridad ahora es confortable, podría llegar a ser rosa o celeste. Se siente tan extraña, los ojos se dilatan. Le pesa la cabeza, no se puede levantar. Si se despertara se encontraría desnuda encerrada en una cueva ficticia. Si sigue durmiendo
moriría asfixiada por su ineptitud. Pero de repente y antes de que pudiera decidir qué hacer, una neblina la toma por los tobillos y brazos, la obliga a levantarse a pesar de su dolor. La rodea ese espeso humo y se apodera de su cuerpo. Siente como su cuerpo es transgredido, como se rompe cada uno de sus huesos mientras a lo lejos una risa que perfora sus tímpanos. Ya no encuentra paz en esa confortable oscuridad. Manotea en lo negro para encontrar algo, esta vez sin saber qué es lo que hay. Pero el olor se intensifica y sus venas explotan de a una. El camino bordó que alguna vez alumbro la nada, se desvanece y ella extiende su mano que se pudre x la pureza del ambiente en que se encuentra. De repente una mano... blanca, tibia, sostiene su encarnada y quemada mano. Se tocan, se toman de la mano y muere. Una última lágrima cae solitaria hacia el abismo y dibuja un rio cristalino. La niebla se torna inofensiva, forma alguna q otra nube. Ella deja el cuerpo en la orilla y se va caminando. Sabiendo que este camino si llega hasta su verdadero destino.
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