iba a masturbarme, como siempre, pero, me dije, ¿por qué no busco mujer? ¿les tengo miedo? ¿moral arcaica de santo? me miré al espejo y me dije: ¡carajo! no soy tan feo, y, ¿por qué no tengo mujer a la mano?... iba a salir a buscarme una chica de 200 dólares, pero, recordé, no tengo dinero, al menos, no tanto, mejor me pongo a escribir... y escribí, y mientras lo hacía, esa fuerza, esos dientes que mordían mis carnes, empezaron a diluirse como el barro bajo la lluvia, y yo escribía, y escribía, y no paré hasta que sentí las ganas de masturbarme. puse el google en sexo y vi uno que otro video, una chica mas linda que la otra y todas se masturbaban... mmm, pensé. empezaba la fiesta, la misma cuando me vienen las ganas. me empecé a ahorcar el muñeco cuando sentí que todo cuanto hacía era hueco, que nada me daría lo que en verdad buscaba. sí, me dije, soy un viejo loco. salí de aquella página y volví a escribir, esta vez con mas sinceridad. escribí un cuento, luego un poema, un mini ensayo, un garabato. dibujé una cara con los ojos muy grandes. luego le puse pelo, corto, su nariz, su cuello grueso y me di cuenta que cuando dibujaba, siempre dibujaba a hombres. me detuve y pensé: ¿soy gay? ¡no!, grité. entonces... ¿qué soy? ¿un onanista?. suena bien, pensaba, a intelectualoide de página web. no soy un hombre, me dije, en verdad, aun no sé lo que soy. me volví a parar y fui a mirarme al espejo. no soy tan feo, pero tampoco soy guapo, mas bien, de 100 a 0, estaré en 34. chato, calvo, mestizo, narizón, achinado, cejón... bueno, un 34. mejor sigo escribiendo, me dije, y escribí. de pronto, sentí como un escalofrío en mi espalda. pensé en un resfriado, luego, no, es un fantasma. volteé, grité a las paredes llenas de libros viejos y nuevos. ¡no hay nadie!, grité. encendí todas las luces, todas, hasta las de la puerta de mi casa, hasta las linternas de mi auto. salí a la calle y me senté en mi auto. allí estaba mi casa con todas las luces encendidas... y yo, en mi auto con los faros encendidos. una señora sacó la cabeza por la ventana encendida de su casa. me miró, y le dijo a su esposo: es el loco de la casa de enfrente... me sentí peor que el fantasma que estaba en mi casa. apagué las luces de mi auto y entré a mi casa. apagué todas las luces y quedé tan solo, como la computadora encendida en mi escritorio y, como por inercia, volví a escribir, y volví a sentir el mismo hielo en mi espalda. no volteé y sentí que alguien se ponía a mi lado. ¿te gusta lo que escribo?, le pregunté. el bicho ese calló, y volví a sentir como un calorcillo volviendo a mi cuerpo. le gané, me dije y continué escribiendo. así pasé la noche cuando volví a sentir las ganas de una mujer. mejor voy a hacer un pacto con la naturaleza. le dije que necesitaba una mujer, no tan linda pero en una escala de 65, al menos. ¿qué le ofrecía?. mi castidad, me dije. de pronto, sentí que hasta las paredes se reían de mí, yo también me reí, pero, un pacto es un pacto, así que seguí escribiendo, y cuando me agotaba, porque no tengo la espalda de hierro ni tengo por columna una estatua de yeso, cogía un libro, ese de Okri y leía con sumo placer... esto es vida, me decía... y luego, quedé dormido como un perro, enroscado en mis libros, en el suelo y con el sueño de un niño viejo...
san isidro, abril de 2007
|