Al ocultar la tramposa indeferencia del retrato compartido
se bien, y que bien saber
que en nuestra angosta mortalidad de pereza e indecisión
preferimos volcar la tristeza de las noches invencibles
por sobre la mirada angular de una irrevocable decisión:
Querer ser presente en la morada de voraces populistas
conservadores asesinos
ultrajados materialistas de pálida plasticidad.
La presencia, y que oportuna la desilusión
es estar en donde podamos caer sin ademanes
por sobre el lánguido paraje
de orgullosos proselitistas de antaño
acuñados por la memoria del aburrimiento.
Y que vieja la razón de ser ausencia
que podamos sonreír junto a aquellos derroteros,
aún si dejamos en nuestra nostalgia
aquel deleite se torpezas marginadas
naufragadas,
perdidas en la incomprensión
de la urbana lucidez de cristales vidreomuertos
que aletean y estrangulan a señores evócales
entre sórdidos escombros perpetuados.
No basta con el ruido de artificios condenados.
Acontece en nuestros suelos una muerte y un silencio
aplastado en la fricción de emblemáticas comedias
deslenguadas, apocadas vestiduras,
criminales sortilegios.
Aplaudamos
es la hora
Quien no apuñala no promete en esta cena.
Texto agregado el 26-02-2004, y leído por 199
visitantes. (3 votos)
Lectores Opinan
29-05-2005
Quien no apuñala no promete en esta cena... me encanta milila