CUENTO FUMADO (POR NO TENER MEJOR TITULO...)
Bajo las tablas que servían de piso de un viejo bar existía un lugar llamado Babel donde habitaban y convivían diferentes clases de cigarrillos, la mayoría eran “prófugos” de alguna parranda, eran cigarrillos que habían resbalado de las manos de algún parroquiano que, habiendo bebido demasiado les dejaba escurrir entre los dedos dándoles así la oportunidad de rodar hasta la abertura entre las maderas que les brindaba una segunda oportunidad para continuar con su existencia después de salvarse de un fin que para un cigarrillo es casi ineludible; los había de todas clases; rubios y pequeño burgueses, otros de tabaco cerrero liados con saliva y papel arroz además de cigarrillos que habían cruzado el océano y tenían ligeros acentos de hojas de té, casi todos marcados con la inconfundible marca que deja una antigua (en muchos casos) braza y alguna que otra dentellada... la vida pasaba de forma lenta entre recuerdos de la oscuridad de la caja tan añorada ahora en esta otra oscuridad que si bien brindaba seguridad no resultaba tan cómoda ni ofrecía la oportunidad de convivir “entre iguales” pero a pesar de todo realmente no existían quejas ya que todos se alegraban de seguir “con vida” y la pasaban lo mejor que podían hundidos en si mismos y sin casi cruzar palabra. Cierto día arribó hasta este mundo olvidado un ser extraño: era un cigarrillo común de los suburbios de cuya clase existían ya algunos en este lugar desde hacia tiempo atrás, su aspecto por si mismo no ofrecía ningún atractivo en particular salvo algo nunca antes visto en Babel... era un cigarrillo sin encender, un “virgen” como corrió anunciando una casi colilla que montada en una baratija de boquilla aun mostraba marcas de un carmín barato en otro tiempo propiedad de una prostituta que frecuentaba el bar hasta el día que se enamoró de un marinero que la llevo a consumirse del otro lado del océano; hasta el recién llegado se presentó el “no reconocido” líder del lugar... un casi intacto habano Churchill del que según se rumoraba cayó de las manos de un viejo gángster local mientras era sumergido en una copa de coñac francés en el momento en que este sufría un ataque al corazón que se presumía habían intentado en incontables ocasiones lo mismo Monte cristos que Cohíbas sin resultado hasta ese día definitivo, era por este “honor” que el Churchill infundía respeto... ser un cigarrillo que “matara” a un hombre era algo casi legendario y este aire le iba bien junto a su aroma ya añejo a Courvoisier, el nuevo a quien rápidamente se le dio el nombre de Gabriel dentro de su figura común sobresalía con un aire soñador además de una sencilla belleza que le daba su calidad de “inmaculado”... los días pasaron y Gabriel se los pasaba pegado al piso escuchando “no sé que” hasta el momento en que fue interrumpido por una “bacha” de cannabis que tenia (por obviedad) fama de loco y dicharachero –es el agua-le dijo- este es un bar de muelle, lo que escuchas es el sonido del mar con su ir y venir de olas, a que es hermoso... cierto!!?... –“agua”?... “olas”?... “mar”?... jamás había escuchado de nada así!! (honestamente no había escuchado mucho de casi nada), pero tienes razón... es hermoso!!... cuéntame... tu conoces el agua?... –algo parecido-contestó “bacha” -en muchas ocasiones fui apagado por algo llamado saliva que te libra del abrazo del fuego, es un alivio cuando te das cuenta que no será tu fin gracias a ese elemento contrario al fuego... desde donde estaba entre las uñas de los hombres escuchaba historias acerca del agua y el mar y antes de llegar hasta aquí pude verlo y sentir su humedad con la brisa, aquí nadie me cree... pero te lo aseguro Gabriel... no existe ningún fuego que se resista al agua y por tanto el mar es el paraíso para nosotros que siempre somos alimento para las llamas-... Gabriel no podía creer lo que escuchaba... sin duda su destino de “virgen” no terminaba ahí, escondido de los hombres en Babel; seguro su misión seria alcanzar el mar y mostrar el camino al resto de los cigarrillos y liberarlos al fin del ancestral temor a ser consumidos... desde ese día el angelical cigarrillo empleo toda su voluntad para avanzar penosamente hasta otro pequeño orificio entre la madera que, según le contara “bacha”, era la puerta que debía cruzar para llegar a la playa, y de ahí al mar... al paso de los días apenas si ganaba un par de centímetros en el piso, la mayoría de los cigarrillos pasaban el tiempo como siempre lo habían hecho y apenas si alguien le prestaba atención al ensoñado; hasta el momento en que salió por el agujero... una vez mas la boquilla de carmín fue quién dio la voz de alerta “Gabriel se ha caído!!”... el habano rápidamente organizó un equipo de salvamento y la odisea al agujero comenzó de nuevo... siete días les tomo salir al muelle y enfilarse a la playa siguiendo el rastro que dejaba el aroma de Gabriel... por la mente del Churchill pasaban muchas posibles tragedias para el aventurado, el ser pisoteado y encontrarse con las entrañas de tabaco esparcidas en la arena le parecía lo mas seguro; anochecía el día 10 cuando en la playa “bacha” divisó al perdido... no estaba destripado... estaba muerto, completamente mojado pues había alcanzado la orilla del agua y en su semblante algo parecido a una sonrisa... el habano dio la orden de regresar aunque sin muchas posibilidades de alcanzar Babel... entre sollozos la boquilla carmín pedía saber por que habrían de dejar a Gabriel de quien ya no había duda estaba enamorada; –es un paria- respondió Churchill... nosotros somos sobrevivientes de la llama, el aliento y la braza; pero es la muerte natural y digan para un cigarro, Gabriel quebranto esa regla al buscar aliarse con el agua, lo hizo sin saber que para un cigarrillo el morir mojado, es lo mismo que para un humano... morir ahorcado... volvamos...”
(de una cancioncita que no deja de darme vueltas en la cabeza), marzo-04
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