Un esperpento
de beso,
una torpeza natural
apelmazando labios
demasiado húmedos,
demasiado flojos,
desmedidos choques
de dientes
con una pasión
desmesurada,
desafortunada
forma de olvidar
el decoro
por lo bello,
de aliviar
lo imperfecto
en el gusto ajeno
¡Que feo
ese beso
en un vagón
de metro!
Provoca
fuga de miradas
al barrido
de cables
y luces,
evitando
la vergüenza ajena
por esa mirada
con regusto.
Yo te quiero,
tú me quieres,
me acomodo
en tus ojos
que me hacen olvidar
mi acné,
mis kilos,
tu pelo,
mi caspa,
tus gafas
que enmarcan
unos ojos de sueño
dueños de legañas
,telas de araña.
No me importa,
no me importa nada
fuera de ti
de lo tuyo,
de lo tuyo a lo nuestro,
porque lo nuestro
es lo mejor que tengo,
en mi recuerdo
lo bueno.
¡Que bueno!
Este beso
que se alarga
que me alarga,
me hace eterna
y lo quiero eterno
que no aguanto
que se termine.
¡Que se termine
que no aguanto
ese enroque
de cabezas!
¡Que se desabrochen
los labios!
¡Que se abra
la cremallera!
No puedo,
lo odio,
los odio
No puedo soportar
no pienso aguantar
que me recuerden
que estoy solo.
¡Ustedes dos!
¡Por favor,
que no están solos
en el vagón!
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