En la calle, de repente, me cruzo con Rodrigo de la Serna en la cuadra de mi casa. Abandono todos mis planes para poder seguirlo, guardo la llave, finjo estar mirando una señal de tránsito y lo miro de reojo. Hola, yo me llamo igual que vos y uso bigote, quiero decirle, para tener un cacho de onda, para testear las aguas. Él en otra, ¿desde cuándo vive Rodrigo de la Serna en Montevideo? Qué raro. Muy raro, ¿será Rodrigo de la Serna o me habré equivocado? "¡Rodrigo!" lo llamo, a media cuadra de distancia y en seguida me doy vuelta, como si me llamaran a mí, que me llamo Rodrigo. Cuando vuelvo a mirar, Rodrigo de la Serna me está mirando. Es que no hay nadie más atrás que yo para confirmar el supuesto llamado. ¿Me mirará por mirar? Me mira porque em llamo Rodrigo. Me acerco a pasos agigantados y le extiendo la mano, "Hola, me llamo Rodrigo," digo, "¿me parece que somos vecinos?" a lo cual Rodrigo de la Serna responde que él no vive en Montevideo. Ponele. Hacemos contacto visual, uso todo mi poder energético interior para comunicarle a través de la telepatía, que tengo onda con él. Trato de enviarle mensajes de mí mismo masturbándome mientras miro alguna de sus escenas sin camisa de Los Diarios de Motocicleta, una escena (la de la película y la de la masturbación también) que no existe, que nunca sucedió, pero él no sabe nada. O sabe todo y no me dice. Hace 40 segundos que estamos dándonos la mano: ¿qué pensara la gente? ¿Que soy novio de Rodrigo de la Serna? Ojalá, no pasa nadie. Deben pensar: hacen tan linda pareja, usan bigote y se llaman Rodrigo. Claro que sí. Me empieza a sudar la mano y se la suelto. "¿Pasa algo?" me dice, a lo que respondo que me suda la mano, son los nervios de conocer a un vecino nuevo. Es ahí cuando em invita a tomar algo, a mi casa. ¿Rodrigo de la Serna vive en mi casa? No, me invitó porque me quiere conocer, es perfectamente lógico, él no tiene casa en Montevideo para invitarme a tomar algo, así que me invitó a la mía. Pero cuando entramos a mi casa, no es mi casa, es la casa de Rodrigo de la Serna. Lo confirmo porque hay un DVD de Hermanos y Detectives, y eso, yo no lo tengo. Ahí es cuando me acuerdo, no estoy en casa, no estoy en Montevideo, estoy en Buenos Aires, en el difunto Palermo Sensible que nunca fue delimitado y lo confundí con mi hogar. Esto me pasa por tomarme el ómnibus en Buenos Aires, eso no se hace, para eso está el subte. Rodrigo de la Serna me ofrece tragos alcohólicos. Yo, encantada, obvio. Hola, somos Rodrigos y somos amigas. No puedo pedir más. Mirando bien me doy cuenta que Rodrigo de la Serna tiene un lunar en el cuelo. Un lunar re grande. Rodrigo de la Serna not iene un lunar en el cuello, yo lo sé, porque lo ví en Diarios de Motocicleta. "¿Qué es eso?" pregunto y le toco el lunar atropelladamente. el lunar se me queda pegado al dedo y voy sacando una especie de cablecito blanco pegado al lunar que debía estar enterrado mínimo unos 20 centímetros. ¿Qué onda, Rodrigo de la Serna? Es como un robot en Alien, parece hombre pero es robot. ¿Tienen pito los robots? Tanteo. Sí, tienen. Una cualidad desconocida popularmente es que el pito de los robots está siempre duro, como prestando atención. Les sirve de antena a los robots para saber en dónde están, lo usan de radar, cual murciélago. Y si tienen que coger, no tienen que calentarse. Es por eso que cuando tantié el bulto de Rodrigo de la Serna, se desplomó al suelo, escupiendo una especia de baba blanca por la boca. Sí, qué horror, un enchastre aparte, pobre Rodrigo de la Serna.

"¿Quién anda ahí?" se escucha desde las escaleras, la casa de Rodrigo de la Serna es igual a la mía. Sí, una locura. Del piso de arriba baja la confirmación que estaba esperando: un perro que habla. Uno de esos de la raza de Scooby Doo. Es ahí cuando me doy cuenta de todo: yo soy Rodrigo de la Serna, yo actué en Diarios de Motocicleta y sí, yo tuve relaciones sexuales con Gael García Bernal. Yo contraté un robot para que me hiciera los mandados sin que me molestaran en la calle, y me olvidé, debe ser porque ando muy distraído. No, debe ser porque todos mis amigos del fotolog son uruguayos, y me confundí, como le puede pasar a cualquiera.