No
. . . .No
- - - - - - - No
````````````````¡¡¡ NO !!!
- Me voy andando, ¡por favor…!
Ayer, mientras volvía a casa, después de bajar de tu portal y ver que mi taxi no estaba, (un alivio por mi parte, para que te voy a engañar) esperé varios minutos y no vino, así que me fui caminando hacia casa. Pausadamente. Fui corriendo un poco hasta cruzar tu calle para no encontrarme de frente con el taxi y que llegara a reconocerme (ingenua de mí, que le voy a hacer) Y cuando llegué al final, con el corazón desbocado ya me quedé relajada pero aún inquieta: te estaba mintiendo.
Ahora lo sé, en este momento realmente lo entiendo…
Ayer por la noche, en mi paseo de regreso a casa me dio tiempo de meditar. El por qué.
Trágicos momentos, instantes de mi vida sin mí.
Momentos de desesperación donde yo dejaba de ser yo misma, donde había demasiadas lágrimas y un dolor excesivo contenido por una maquinita que marcaba lo que debías de pagar en ese mismo momento y lugar.
Partir hacia el hospital en busca de una solución para mi infinito secreto que nadie debía de descubrir, más salidas a altas horas de la madrugada junto a mi madre porque mi diabetes estaba tan descontrolada que unas horas después me hubiera quedado inconsciente en casa, tantas idas por ingresos para operaciones y esas altas hospitalarias que dejaban en mi boca un sabor metálico constante porque sabía que el infierno había cesado por varios días o incluso semanas pero que volvería con las fuerza si cabe...
Y aquella vez… la más temida, la más dolorosa:
El entierro de mi yaya.
Tantas lágrimas imposibles de olvidar, aquel trayecto hacia el fin de los besos, sus besos, sus palabras siempre de cariño eterno, todos sus infinitos abrazos…
Cuánto te quiero, Yaya...
Lorena
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