Manifiesto mi imperfección 
desde mi nacimiento, 
día gris en el almanaque 
que otros revisan con expectativa 
y que yo desprecio ante mi vista en silencio. 
 
Manifiesto haber tratado de amarte, 
de dejar mi vida guardada en un cofre 
atrapado en el tiempo 
y brindarte mis sonrisas y juegos, 
pero eso no resulto suficiente 
para un final marcado con traición, 
lacerante y comprensible, 
anticipo de tu eterna partida. 
 
Manifiesto que trataste de amarme 
pero no permití que mis heridas sanen, 
que las horas que luchamos 
contra nuestras limitaciones 
acabaron por derrotarnos, 
y que te hice daño al no aceptar 
una propuesta de vida salvaje 
luchando contra mi propio instinto animal. 
 
Manifiesto que después de la oscuridad 
que gobernó con dureza mis días, 
tú me salvaste  
y auque fuiste incomprendida, 
marcada por un accidente y viviendo con la herida 
me devolviste la seguridad, 
tranquilidad en noches de tormenta, 
la sensación que aún había futuro en el horizonte, 
que el amor no me negaba su reconocimiento 
e incluso la sexualidad olvidada. 
 
Manifiesto lo mágico que fue conocerte, 
lo precipitado de un amor que empezó 
como jugando un crucigrama, 
tratando de ubicar las letras y palabras exactas 
para tan solo decir un te amo. 
Pero siempre el final asomó desde el inicio 
y la llama inclemente 
se fue extinguiendo por la brisa del verano 
y no supe mantener y cuidar tu cariño 
y nuestros sueños distintos 
nos llevaron por rumbos contrarios 
envueltos en halo de misterio 
como el final abierto de un crimen. 
 
Manifiesto que hoy dudo y me desespero, 
que todo lo contado no es suficiente lección, 
que la timidez se apodera de mis labios y miembros 
y tiemblo ante tu sola presencia 
y mi corazón encierra un sentimiento pasado 
que lo demás llaman celo 
y que yo tranquilamente llamo 
desmedidas ganas de ser parte de ti. 
 
Manifiesto que cometí muchos errores, 
que mi vida es una fantasía de un payaso, 
mal diseño de un arquitecto inexperto, 
patada artera de un traidor, 
pésimo boceto de una obra de arte, 
la más horrible nota que un soprano 
pueda lanzar al viento. 
 
Manifiesto que mis errores son dura carga y me persiguen, 
que cada día mi espalda se dobla más, 
que tengo dos verdugos que se sientan sobre ella 
y son infatigables, 
y que me estoy cansando de soportar tan duro peso, 
coronación y burla de un fracaso 
que tiene visos de continuar 
hasta que el cargador o los verdugos revienten. 
 
Manifiesto que mi vida y mis manifestaciones 
gozan de un perfecto desorden 
y que tan solo una cosa me motiva  
seguir manifestándome plenamente: 
el saber si mis dudas terminarán, 
que lo pasado ya no tendré que volver a escribirlo, 
que mis verdugos se bajen de mi lomo, 
que el fracaso tatuado en mí desaparezca, 
que mis errores tan solo se conviertan 
en anécdotas perversas de una vida inexperta 
y que el vivir junto a ti dure hasta el mañana. 
 
  |