El mejor violinista funde su maldad y su lamento en los oidos de todo aquel que busque oirlo.


Un triste lamento melódico,
un sollozo de cuerdas, arco y dedos.
Un pasillo oscuro en el que lloran sin hablar,
donde no hay consuelo.

Pétalos en el piso y lágrimas en sus ojos,
un sonido armonioso y mil suspiros.
Una pregunta en esos labios y ojos,
cuadros en paredes y sombras en el aire.
Es el canto de los tristes, un sonido sin fin

Un viejo cuaderno de notas empolvado,
un estuche abierto.
Tocas y se mueve delicado el mismo demonio,
baila con sus notas y canta con sus dedos.

El tiempo paralizado en una nota sublime
y polvo suspendido.
Rápidos movimientos y un lento devenir,
esta ahí cansado y muchos estamos aquí.
Un único publico en tan triste escenario.

Solo quedaran los recuerdos, dedos paralizados y el violín cansado,
la promesa de que el dolor nunca habrá de partir,
como aquel lamento,
jamás sabrá lo que es morir.