Una conversación, un abrazo,
Dos miradas, por las circunstancias lejanas,
Dos corazones que declaman fraternidad.
Te miro, me miras, mientras hablas de tu vida
Mientras escucho con atención lo que te pasa,
Mientras observo tus nuevos detalles…
Mientras me deleito con nuevas vivencias tuyas…
Algo ocurre, tus miradas y abrazos cambian,
Se hacen más estáticos, más profundos
Tus roces junto a mi cara se vuelven constantes,
Te miro y sonríes, no miras con claridad.
Comienzan a esbozarse miradas cómplices.
Te miro, pareces efímero, silencioso, altivo.
Pero al mismo tiempo miro y veo al mismo,
A ese hombre niño fraternal, que dejé hace algún tiempo…
Comienzas a impacientarme, no sé que hacer.
Es tu boca rozando la mía, invitándome a sentir,
Es esa complicidad que siempre hemos tenido,
Esas casi palabras que solo tu entiendes…
De repente, las insinuaciones quedan atrás
Y es un beso el que me desconcierta.
Me alejo de tu hechizo, te miro, pero es inútil
Vuelves a llegar, a encontrarme…
Vuelves a sellar mis labios con un beso.
Te miro, realmente exorbitada.
Me miras y vuelvo a sonreír,
Tus caricias invaden el ambiente
Y de un segundo a otro insistes nuevamente…
Esta vez no me puedo contener…
Un beso, un confuso y tierno beso…
No se que hacer, no puedo mirarte
Te acercas y tu cara sobre la mía me atrapa.
Tus caricias aparecen nuevamente… interminables.
Tus palabras de adulto y niño a la vez me vuelven a hechizar
Intento despertar, pero a estas alturas ya es imposible.
Cae la oscuridad, las luces desaparecen,
Es una cama y tu cuerpo el que me acompaña
Con nerviosismo me recuesto nuevamente contigo
E intento desaparecer del mundo, perdiéndome en tus besos…
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