[acoto que mi cuento no tiene mucho origen lógico, es el primer relato que sale de mi alma y que hasta ahora no me deja de torturar]
Me duele pensarlo. Duele imaginar que es cierto, que en realidad pasó, se plasmó esta vez. Hipótesis son demasiadas, pero ninguna alcanza a explicar el porqué. Sinceramente ni yo lo sé, me es sumamente indiferente a mi conocer. Es algo que está por sobre todos mis conocimientos, y sé, que por más esfuerzos que haga, nunca llegaré a entenderlo.
Hay cosas que realmente preferiría omitir, callarlas, ahogarlas en una síntesis demasiado vurda a la realidad de los sucesos. Pero verte así, en una imaginación lejana a mí, creando imágenes que amaría interpretar
Besándome, tomando de mis manos, mis horribles manos. Escribiendo frases por mis labios, siluetas imposibles de narrar.
Pasará mucho tiempo para que lo vuelva a imaginar, ya está hecho, entrelazado de una erración absoluta.
Lo pensé muy bien, quise hacerlo, dejar mi cuerpo caer al asfalto, a esa incongruencia de mis quince años. Volar tal vez, transformarme en un cuerpo liviano, oxígeno, hidrógeno. Realmente lo dudé, vi mi destino carcomido de cobardía, oculto entre la sangre que mi propia carne dejaba fluir en el cemento. Alquitrán, lo único que quería era sentir el alquitrán en mi boca, brindando un calor repleto de cordura. Pensé en hacerlo, en saltar del piso número doce y volar por sobre mis propias ilusiones.
Entonces me reflejé a mi mismo, pensé en mi situación, en que cresta sería de mi vida sin ti. Es tan simple, quizá nunca estuviste en mí, sería sencillo de tolerar. Desvanecer mi olor hasta perder mi esquema era lo único que me faltaba.
Jamás sería capaz de hacerlo, una blasfemias de parte mía. Sin embaro lo deseé, apretar mis puños en la caída, gritar mi nombre. Bruno, Bruno . Pensar que no habría otra salida, que tu te olvidarías fácilmente, claro si es que ya no lo has hecho.
Recordé la vez en que nos conocimos, ese episodio tan memorable del cual a penas si puedo distinguir tu música. Los tormentos me afligían, me llenaban de parodias inconsecuentes a mi vida. Entonces lo recordé, recordé porqué estaba ese día en la asotea, para buscar una solución, poder escapar de la manera más tolerable. Mi vida se transformaba en una basura casi insoportable, deseé hacerlo, pero justo en aquel momento escuché la voz.
Sonidos amistosos, aquellos que probablemente me traerían de vuelta tus abrazos, tus besos, sucesos hermosos que aún deseo recobrar.
Las metáforas fueron bastante bruscas, era otro de mis sueños, rayos imaginativos que ahogaban mi discordia.´
Él no lo supo, o simplemente no quiso notarlo, pero en esos momentos de altura lloré por tí, por mi existencia desnuda de razón.
Fue la mejor tarde de mi vida, porque sencillamente descubrí que podría amarte, y que aquellos pensamientos sólo eran rubros de mi inocencia. No quise admitirlo, pero en esos momentos necesité de ti, de tus abrazos, de tus besos, de todo lo que tu imagen me pudiese brindar. |