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Nuestro viaje.

En sueños despierto con sudores fríos y entonces la miro y sonrío; la vida incluso a veces es muy sencilla; hemos compartido medio siglo de rutinas, lloros y unas cuantas alegrías, hemos compartido; uno a uno, los días que nunca volverán. Llegó un momento en que nuestra complicidad superaba nuestra rutinas diarias. Durante años envejecimos en etapas; primero dándonos cuenta a cada instante e intentando luchar contra ese paso progresivo de los años, disimulando las patas de gallo, la barriga y nuestras primeras canas; luego sin apenas darnos cuenta vinieron otra retahíla de años que incluso hoy parece imposible creer que hayan pasado.

Me entristezco al recordar que tarde o temprano llegará esa hora del abismo y el adiós. Soy un enemigo de echar la vista atrás, de recordar cuando el pasado jamás va a volver. Ella, hay veces que ni siquiera me reconoce pero otras sonríe y parece darse cuenta que estoy junto a ella; hay días en que se cree capitana de un navío, mira por la ventana y cree ver el mar y confunde los graznidos de gorriones y urracas, con los aleteos de las gaviotas; esas tardes ata las sabanas a los palos de las escobas y las fregonas y los estira sobre el salón manteniéndolos de pie; buscando que el viento mueva el barco con furia en dirección a alta mar.

Es curioso ver la imagen de ella que siempre fue tan silenciosa y tímida, convertida en capitana de navío; una noche me despertó y me hizo callar, se levantó de la cama y me preguntó sino escuchaba las sirenas; yo como siempre sonreí y callé, ella debió darse cuenta de que no la comprendía y que la sentía lejana; me cogió la mano y me levantó y me susurro al oído; “calla, ¿no las oyes?, están muy cerca y están cantando, hemos navegado hasta acercarnos a ellas, cantan para atraernos a la costa y conseguir que encallemos el barco; tratan de terminar nuestro viaje.”; ella intentaba que lo entendiera que supiera el peligro que estabamos afrontando, trataba de que supiera que las sirenas cantaban para nosotros, trataban de detenernos, y yo lo único que escuchaba era el sonido de los coches, las voces de los borrachos y al camión de la basura. Y ella oía unas voces de sirenas entremezcladas con el arrullo del mar. Ella comprendió que yo no podía ayudarla así que como capitana tomó la iniciativa; cerró las escotillas, es decir las ventanas, cogió con las manos la llave del agua situada en la terraza de la cocina como sí fuese el timón del barco y se predispuso a superar los cantos de sirenas que trataban de que el barco encallase en los arrecifes. En pie, en medio de la noche, con el gesto serio y virando la lleve del agua de un sentido en otro como si estuviese en un barco de una de esas aventuras que contaron siglos y siglos antes los poetas. Así se mantuvo hasta el amanecer hasta que superamos el peligro.

Al principio fue difícil admitir su mundo de fantasía, no quería contarle a nadie que poco a poco la estaba perdiendo, ella que decía que no hay problema sin solución y si no la tiene deja de ser un problema, ella una mujer que superó cuatro partos, crío a cuatro hijos, trabajo toda su vida sin jamás escucharla decir ni un reproche; ella que le gustaba cuidar a los suyos y que siempre estaba dispuesta a escuchar, ahora poco a poco era absorbida por lo que los médicos llamaban demencia seníl, al principio lloré mucho, lloré como no había llorado en mi vida, pero después sólo después comprendí que lo mínimo que debía hacer era acompañarla, así que me convertí en el único tripulante de su barco.

Durante los días siguientes se comportó como si nada hubiera pasado incluso salimos a dar un paseo por el parque, pero esa noche se levantó agitada, me despertó y me dijo “ Grumetillo hemos chocado con una roca, el barco tiene vías de agua, si actuamos con rapidez quizá tengamos alguna posibilidad.”, me levanto y me ordenó que la acompañara a revisar los daños que había sufrido el buque, visionamos la cocina y los distintos camarotes, miramos en la cubierta, es decir en la terraza, visitamos el cuarto de maquinas, es decir la sala de estar y por último miramos el baño y era verdad; estaba cubierto de agua, durante la noche había reventado una de las cañerías de la casa y el baño se había inundado, ella la capitana cogió las bombas de agua, es decir la fregona y el cubo, y yo sin que ella se diera cuenta cerré la llave de paso. Trabajó con tesón toda la noche y murmuraba “por rayos y centellas hubo suerte, estuvimos cerca de las profundidades”

Mis hijos trataban de convencerme de que la medicara o que la ingresara en una residencia, pero yo no podía hacerle eso, yo no podía abandonarla ahora que ella tanto me necesitaba; así que comencé a fumar en pipa, y transforme nuestro camastro en dos bellas hamacas, sí ese era su sueño yo quería compartirlo con ella, comenzamos a hablar de vientos a sotavento o a barlovento y la gente del barrio comenzó a comentar sobre dos ancianos que se habían vuelto locos. Yo compraba pescado fresco en la tienda y le explicaba que los había pescado con la chalupa del barco. Ella por la tarde se asomaba a la terraza con un catalejo y en lugar de ver unos bloques de edificios funcionales, veía horizontes de mar.

Una noche me abrazo, y unas lagrimas corrieron por sus ojos; y me dijo: “Eres el mejor grumete que una capitana puede desear, has hecho por mi en estos meses lo que nadie podría haber hecho. Escucha la tormenta, escucha los truenos y la lluvia, siente como el barco se agita y se mueve; vienen a por mi, llegó mi hora, el honor del marinero es que un día formará parte de su mejor aliado y su peor enemigo, mi honor es que en este viaje me has seguido sin rechistar , sin un reproche ni una mala cara, me gustaría que un día pudieras escuchar las canciones de las sirenas que hablan de nuestro amor . Esa noche murió mientras dormía.

Y hoy en el velatorio cuando gente que no ha comprendido nada me dice que en su estado la muerte era lo mejor, y yo les he expulsado con cajas destempladas, ellos han murmurado que nunca seré el mismo. Pero, ¡Silencio!, no las escuchan, las sirenas están cantando, las oigo… ¡Grumete, ponga rumbo a barlovento!

Texto agregado el 25-03-2007, y leído por 219 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
15-04-2007 muy buena historia , muy bien narrada, fuera de esto la hermosura y tranquilidad del amor y pasion que se siente en cada letra, hace recordar lo que realmente importa . cariños y sus estrellas marian judith13
12-04-2007 Vaya =) Genial historia, me encantoooooo. ÷÷÷÷÷ Salvador_Ferri
 
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