Dejémoselo al Tiempo.

Me cansé de insinuarte que te amaba, jamás te diste cuenta o me miraste como yo esperaba. No te culpo, tal vez tú si tienes a alguien que te ame, que te ayude a despertar con un beso y que te arrulle con su voz como yo me arrullaba con la tuya.

Me cansé de tenerte a solas sin respuesta, de jugar a que jugábamos a no jugar, de oírte hablar y mirar tus labios hacer siluetas que en mi lengua no puedo formar. No te culpo, tal vez lo que para mí era “a solas” para ti eran dos, jugando sin jugar y hablando de tierras extrañas a las que sueñas regresar.

Me cansé de ver tus ojos y buscar en ellos la señal, de mantenerme a distancia para no hacerte dudar de mi amistad. Y de esto tampoco te culpo, tal vez en tus ojos no hay más señal que la indiferencia o la cotidianidad, tal vez mis distancias no te sepan a amistad, sino a una simple señal de que ahí estoy si algún día me llegas a necesitar.

Me cansé de escribirte sin que supieras que te escribía, me cansé de fingir que me escritos llevan una tercera persona cuando en mi corazón sólo somos el “Tú” que yo he inventado y el “yo” con el que siempre he vivido. No te culpo, tal vez debí anticiparte mi sentir y haberte dado instrucciones de cómo leer un corazón como el mío.

Me cansé de tus halagos sin amor, de tus “taps on my back” como dirían los gringos y uno que otro británico, me cansé de esperar la última sonrisa de la conversación, me cansé de esperar el abrazo para el cuál excusa no he encontrado. Sí, no hay duda, me cansé de esperarlos. Tampoco hay culpa de aquello en ti, de nada hay culpa si no puedo abrirte antes mi sentir y esperar ser rechazado como en mil sueños me has rechazado.

Me cansé de las despedidas con un “shaking hands”, porque cada vez que toco con mi mano la tuya quisiera apropiarme de ella, y convertirla en el impulso que lleve tu cuerpo al mío, encontrar en ello el valor para que por fin mis labios toquen los tuyos y pensar después en un pretexto que me haga seguir siendo tu amigo, tu buen amigo.

Dejémoselo al tiempo, dejemos que encuentre en su sabiduría nuestros caminos, y, si por alguna razón ajena a nosotros, nuestros destinos ya hubieran sido escritos, entonces retémoslos, y démonos una oportunidad…. Por ti quisiera luchar, quisiera ser ese beso que te hiciera despertar y por las noches ese canto que te ayude a descansar. Pero dejémoselo al tiempo, dejemos que el tiempo deshaga nuestras cadenas y derrumbe los orgullos, miedos o vergüenzas, dejemos que el tiempo nos haga conocernos.