Estimado Ingeniero:
Puede resultar una gran sorpresa la presente para usted, sin embargo me resulta más sorprendente escribirla, muy pocas veces tengo contacto con mis lacayos (no veo la necesidad), no obstante usted ha despertado mi curiosidad.
Me explico y no lo enredo ni le hago perder mi dinero (su tiempo), he notado su ausencia en la ultima fiesta que organicé para celebrar el premio merecido y que puede ser justificado con testigos sorpresa a la "Empresa revelación" además de hacerme extraño el hecho de que nadie pregunte por usted, ni tampoco alguien pueda revelar su paradero, esa es una de mis dudas, entre otras, como por ejemplo el por que jamás se lo ve en la hora de almuerzo y descanso, también note el deteriorado de su imagen, su cabello cada día está mas blanco, sus lentes húmedos y sus zapatos acusan maltrato, lo veo caminar de su oficina al baño y de vuelta a su oficina cabizbajo, pensativo, mirando el suelo y solo el suelo.
Su privacidad es asunto suyo y solo suyo, pero su imagen es también la imagen de nuestra empresa, nadie quiere que la gente piense que acá trabajan "mamarrachos" y que los trabajadores no se soportan en la hora de su descanso.
Ruego entonces a su persona en nombre de su envidiable sueldo, mejore los detalles que he redundado en la presente.
El tiempo es oro, y el oro es mío
El gerente
...
Señor Gerente:
He leído su carta en MI momento de descanso, mientras el que andaba detrás de la puerta insistía que ya la vencía.
Me tomé la libertad de responderle para poner en claro los siguientes puntos:
Sus famosas fiestas no son de mi interés y por si lo fueran, tengo deberes que cumplir para que exista motivos de que su "majestad" pueda organizar más de esas verbenas.
Para mi ese horario de almuerzo del que usted habla, ocurre solo cuando me trago las uñas al no poder resolver los caprichos de sus clientes que por cierto no los conozco.
La hora del descanso que usted orgulloso menciona es cuando su obsoleto equipo de computación no responde.
Como podrá entender esos instantes de los que usted se jacta brindar a sus fanáticos empleados, son suspiros, como para poder ser acompañados por el numeroso personal humano de la empresa revelación.
Mi imagen como usted la llama no esta descuidada ni deteriorada esta ignorada, debería preguntarse por que, bien yo le responderé, normalmente el tiempo en las mañanas permite desayunar, hablar, peinarse, además de disfrazar el olor humano, pues bien ese tiempo, su majestad ha reservado para que mi persona, brinde capacitación a sus elegidas y bien vistas secretarias, de nuestro nuevo sistema de facturación.
Como habrá notado esta mañana encontró mi oficina cerrada y vacía pues en el tiempo que se supone que debería estar ingeniando nuevas maneras de convencer a sus anónimos clientes, estuve escribiendo la presente, en la orilla de mi cama que clama atención y ruido, con la ventana abierta donde puede calentar mi, hasta ahora, congelada alma, unos insolentes rayos del sol, para después llevar a su buzón en bicicleta con mi cómplice y bien querido hijo esta carta que en síntesis agradece sus observaciones, para renunciar a su empleo con todo y mi "envidiable sueldo" para hacer una "envidiable vida" al lado de mis antojos impulsados por las sed insaciable de libertad que tiene un reo.
Ronald |