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El Indio Viejo y el Duende Editar PDF Imprimir E-Mail
Escrito por Bernardo Biella
martes, 09 de enero de 2007

Juan Carlos Dávalos era un fecundo escritor salteño del siglo pasado, autor entre otras obras que lo proyectaron a nivel mundial, de “El Viento Blanco”, libro traducido a varios idiomas (incluso hay una edición en lengua rusa).-

En los primeros años de mi secundario leí en un libro de texto de literatura castellana del Dr. José Vicente Solà, una poesía de “Don Juanca” como le llamaban afectuosamente sus lectores y amigos que me impactó, por su originalidad y gracejo: “EL DUENDE”.
El mismo comienza así:


Es - dijo el indio viejo, de barbas de chivato ,
empezando la historia con su habitual recato _
un hombre peticito, sombrerudo y lampiño,
forzudo como un toro, travieso como un niño.
Oculta en los bolsillos de su calzón de pana,
una mano de plomo y otra mano lana :
pregunta a quien le halla cual es la que prefiere,
y si elegía la lana, con la de plomo os hiere.

Y en otra estrofa continúa:


A la hora de la siesta cuando el sol reverbera,
se aparece a los chicos debajo de la higuera.
en la frente les deja tremendos cardenales.

A los efectos de la narración que voy a ensayar, esta parte de la poesía tiene relación con el tema. De todos modos , y para quien quiera leer completa dicha poesía, la consigno así al final de esta historia, que trata de algo que me sucedió y que considero curiosamente vinculado precisamente con estas estrofas de la poesía..-

Elsita, la madre de mis hijos, tiene una heredad en la ciudad de Santa María de Catamarca, en pleno centro de la misma, ciudad esta, muy pintoresca y bella porque, además de estar rodeada de coloridos cerros, la atraviesa precisamente el Río Santa María, lo que hace que lo urbano se combine con lo rural , ya que muchas propiedades son casas quintas cuyos fondos colindan con dicho río.- Quiero destacar que a las orilla de este río ,y posiblemente hasta más arriba de la calle que da frente a la propiedad de mi mujer, dice la tradición que se asentaba un viejo cementerio indígena.-

Es el caso de esta propiedad , ya que su frente da a una calle llena de negocios, con los que contrasta un poco, pues tiene un jardín con algunos árboles frutales, entre ellos una higuera.-

Normalmente venimos aquí, con mis hijos , nietos y otros familiares, a pasar Año Nuevo, (Y digo “venimos aquí” porque estoy escribiendo estas líneas desde Santa María, y la historia vivida es reciente). Como somos numerosos nos alojamos como podemos, y así, a mí me tocó un ángulo del comedor principal que, entre otros adornos, tiene una antiquísima vasija de barro que seguramente habían usado los indios de la zona para enterrar a uno de sus párvulos, como tenían por costumbre, antes de la conquista hispánica y quizá también en sus primeros tiempos. En cada pared del ángulo del comedor nombrado, hay dos hermosos ventanales corredizos hacia arriba, de estructura de hierro, muy pesados y algo trabados posiblemente por la herrumbre y/o por haber sido repintados sin lijar debidamente; por tal motivo y para ventilar dicho ambiente, se me hacía menester levantar sendos ventanales y buscar el modo de mantenerlas así, ya que no funcionan las trabas originales con esa finalidad.-

Pues bien, estaba pensando en ello el dos de enero de 2007, fecha en que cumplió años una nietita, Constanza, y le celebramos su cumpleaños con mucho semillerìo, de familiares y amigos y algunos mayores.-

Los chicos me pidieron en determinado momento que les contara un cuento y a mí se me ocurrió recitarles la poesía del Duende, que les gustó e impactó bastante. Así por ejemplo, me preguntaron si era verdad o ficción su contenido, a lo que les respondí que era una leyenda.-

Entonces Juan Francisco, uno de mis nietos me hizo la observación de que el autor dice, “comenzando la historia” , o sea que por lo tanto , para él, podía ser cierto lo que narraba el “indio viejo”.- yo le respondí que había una manera de comprobarlo; ya que era pasado el medio día, y en un rato iba a ser precisamente “la hora de la siesta” que es cuando dicen los versos, que (el duende) “se le aparece a los chicos, debajo de la higuera” y además podíamos decir, por lo cálido que se estaba poniendo el clima, que “el sol reverberaba” , pero que debían ser los chicos quienes debían ir .solos , sin mayores .- Como en la quinta había una higuera los invité a ir a quienes quisieran comprobarlo y solo se decidieron dos de ellos ,mis nietos Franco y Constanza, la cumpleañera, que porque ya habían hecho la primera comunión se consideraban en condiciones de enfrentar exitosamente al demonio-Duende. Los demás se quedaron expectantes y, cuando regresaron estos valientes, los cocinaron a preguntas respondiendo a la primera que sí, que efectivamente habían tenido un encuentro con el Duende y que habían tenido que defenderse de sus ataques y tentaciones demoníacas, en síntesis, que habían luchado y derrotado al demonio, y que era tal cual lo describía la poesía de Don Juanca .-

Yo puse en dudas sus dichos, y les propuse al resto que fuéramos al jardín de la heredad, donde ,como ya comenté, también hay una higuera y allí fuimos, y como era de esperar, el Duende brillaba por su ausencia. Pero Guadalupe y Julieta, otras de mis nietas hicieron la observación de que yo era una persona mayor razón por la cual seguramente el Duende era difícil que se aparezca en mi presencia, y le hicieron la proposición a mis restantes nietos ( desconozco porqué ellas no querían ser de la partida ¿ se sentirían grandes por ser mayores de 10 años? ) o sea a Bernardo , Martín y Juan Francisco, todos menores de 10 años, que se quedaran solos en el jardín a ver si se les aparecía el mefistofélico personaje, los que no aceptaron la invitación por estar convencidos de que la historia era cierta.-

Hasta aquí el episodio del Duende con mis nietos.-

Ocurre que, cuando estuve en el jardín con motivo del Duende de marras, había observado, que en su suelo arenoso “debajo de la higuera”, había una piedra mediana, semienterrada, con visos de estar allí desde hace mucho tiempo y pensé que esta podía servir a mis propósitos de sostener abierto uno de los ventanales de mi improvisada alcoba, por lo que decidí que al levantarme de la siesta y luego de nadar un rato iba a proceder a obrar en consecuencia.-

Cuando luego de la siesta, fui a hacer “unos largos” en la pileta, noté que mis nietos, Franco y Constanza los valientes de la quinta, que ya estaban nadando en la misma desde antes que llegara yo, se me cruzaban en forma reiterada y a propósito, algo burlonamente, cosa que nunca habían hecho antes, pues son muy respetuosos. Pensé “estos chicos están con el diablo en el cuerpo”, pero los eludía adecuadamente sin reprocharles nada y sin asociar su conducta con el episodio de la quinta, ni pensar que podía ser una señal de algo raro por suceder.-

Luego de nadar, me dirigí al jardín y, pacientemente, sin mucho esfuerzo gracias al suelo arenoso, procedí a desenterrar la piedra que había visto “a la hora de la siesta, debajo de la higuera”, luego la tomé y coloqué en la base del ventanal por el lado externo, seguidamente ingresé en el comedor, y allí procedí a levantar dificultosamente el pesado ventanal de hierro hasta una altura adecuada como para poder introducir la piedra a fin de que permanezca abierto. Para ello tome dicha piedra con la mano derecha, mientras que con la otra sostuve el ventanal. Y allí sucedió el traumático desenlace: se resbaló de “mi mano de lana” la piedra, cayendo hacia adentro e intentando barajarla antes que llegue al suelo, aflojé “la” que sostenía el ventanal “de hierro”, y este cayó pesadamente sobre dicha mano (la siniestra) hiriendo su dedo índice fieramente, llegando el corte hasta el hueso.-

Prestamente, mi familia toda, se movilizó en mi auxilio y curación, lavándome la herida, haciendo que me coloquen una vacuna antitetánica, y finalmente mi hijo Felipe que acababa de llegar de viaje, prestamente me curó y unió la herida con un pegamento, de marca muy conocida, la que gracias a Dios tuvo un efecto milagroso, pues el dedo dejó de sangrar y ahora, ya está cicatrizando en forma espectacular.-

Poniendo fin a mi historia, les diré que de haber creído, como mis nietos menores, que lo que el “Indio Viejo” narró sobre el Duende era historia verdadera, hubiera tomado precauciones cuando decidí recoger la piedra que se encontraba “debajo de la higuera, en procura de evitar que este pequeño demonio se metiera en mi cuerpo.-

¿Ustedes que opinan?

Lo prometido es deuda ,aquí vá la poesía "EL DUENDE" de "Don Juanca" completa.-

EL DUENDE


_ Es - dijo el indio viejo, de barbas de chivato ,
empezando la historia con su habitual recato _
un hombre peticito, sombrerudo y lampiño,
forzudo como un toro, travieso como un niño.
Oculta en los bolsillos de su calzón de pana,
una mano de plomo y otra mano lana :
pregunta a quien le halla cual es la que prefiere,
y si elegía la lana, con la de plomo os hiere.
El hace en la cocina que rebalse la olla,
y él aumenta en el tulpo la dosis de cebolla.
De acuerdo con el gato, su compadre y amigo
echa pelos en la leche, se revuelca en el trigo,
a medianoche muele maíz en el mortero,
encabrita la jaca y aventa el avispero.
A la hora de la siesta cuando el sol reverbera,
se aparece a los chicos debajo de la higuera.
A jugar les convida con palabras cordiales
y en la frente les deja tremendos cardenales.
El sábado a la noche ronda la pulpería
y aporrea a los ebrios con pesada porfía ;
se enanca en el caballo, les hurta los pellones
y el pan de las alforjas lo trueca por carbones.
El duende es el demonio del mal que muerde y pasa
el que pudre los huevos, el que apedrea la casa ;
toda molestia viene de su maligna influencia,
y un solo medio existe para burlar su ciencia.
Se sabe - acabó el viejo de barbas de chivato -,
que el duende es un espíritu que tiene un gran olfato.
Para ahuyentar es bueno, según decía mi abuela
cargar en los bolsillos algo que mucha huela.
Por donde tal remedio, según lo que trasciende,
resulta peor que el duende.

Texto agregado el 24-03-2007, y leído por 1743 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
30-05-2007 Una magnifica historia, la lei sin prisa, pude ver a tus nietos, el pequeño diálogo de ellos no querer que estuvieras presente, tu dolor al herirte hasta el hueso, en fin, tu historia de buena narración la disfruté mucho, muy original tu cuento dentro de otro cuento dice la doctora, ella no da estrellas...yo si, tomalas como un premio a tu trabajo***** gfdsa_elisa
30-05-2007 Q buena historia.... siempre las leyendas de la higuera me han interesado algo de realidad y ficción debe existir, muy entretenido lo disfrute muxo 5* saludos celestial
26-03-2007 Esta narración plena de suspenso revive los recuerdos y los miedos o la "valentía" que sentíamos en nuestra infancia. Atrapante. Muy Lindo! shakibatt
25-03-2007 Traenos otras historias como estas, donde refrescamos la inocencia, imaginacion y nos devuelve por un momento la alegria de ser niños. ¡Felicitaciones! clepsidra
24-03-2007 Muy bien, un cuento dentro de otro cuento, narrado en forma amena y àgil. doctora
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