Hoy me parece ciega la voluntad del tonto que espera que el cambio se de por otro lado, se de desde los otros, los de arriba, los pares, los menores.
Nadie te cambia, vos cambias. Nadie tiene la todo-poderosa voluntad de transformarte, al menos en esencia, esa es tu cuestión, tu desafío.
Bañarse con agua bendita no sirve si te aleja del mundo. Acostarte con el diablo para demostrar tu humanidad, tampoco.
Hacer la mejor dieta, seguir una rutina de ejercicios, alisarte el pelo y pintarte para el circo no te quita la sensación de desasosiego que te envuelve por las noches cuando nadie más que vos está despierto dando vueltas en la cama por no poder dormir.
Las horas de juego con extraños más conocidos que tu propia familia, no compensan una hora de la más absoluta libertad.
La estabilidad económica mantenida por el exceso de trabajo no se compara con la semana ganada en compañía de tu familia en unos días de descanso.
Los excesos y la desprolijidad. La mentira y los engaños. La buena voluntad o los lamentos a la hora de los juicios.
Todos son lugares comunes, trampas que colocamos estratégicamente para caer en ellas y así no culparnos de nuestra propia desgracia, esa que procuramos construir.
Nadie puede vivir tu vida ni morir tu muerte, ese es tu desafío, por eso hoy me parece ciega la voluntad del tonto que espera que el cambio se de por otro lado, se de desde los otros, los de arriba, los pares, los menores.
Nadie te cambia, vos cambias. Nadie tiene la todo-poderosa voluntad de transformarte, al menos en esencia, esa es tu cuestión, tu desafío.