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Era tarde, había tenido uno de esos días terribles en la oficina y decidí hacer un ejercicio de relajación. Relajarme, respirar rítmicamente, dejar atrás todos los enredos cotidianos, desprenderme del trajín diario y buscar, buscar en mi inconsciente algún lugar tranquilo donde reposar y ser...
Aquí empezó todo, como iba ya a saber que funcionaría; primero los talleres de relajación y luego los de proyección astral, el sueño, los estados alterados de conciencia...tanta teoría. Yo quería creer, pero no estaba segura... mi espíritu racional no me lo permitía pero...siempre queda un “puede ser”.
En fin, por alguna razón ese día logré llegar a lo que llamo “mi galería”, un lugar pacífico y silencioso que cree en mi preconsciente. Ahí se encuentran todos mis recuerdos, todas las experiencias que he vivido y las puede ver en todo su explendor, reflejados en los diferentes salones que la componen.
Caminé tranquilamente por ella, me llamaron la atención varias estancias, en las que me detuve algunos momentos y me recocige con las emociones y recuerdos que manaban los diferentes artículos que encontraba en ellas. Mejor me hubiese quedado ahí...
De pronto, me llamó la atención un salón, me acerqué tímidamente y encontré la foto de aquel “viejo amigo”.
Todo debió haber quedado ahí, no rebuscar, no aliarme a la curiosidad y continuar mi camino.
En fin, me envolví en los recuerdos...esa relación, después de todo no fue tan mala, el problema, pensé yo, es que teníamos distintos intereses, diferentes formas de pensar y de ver las cosas... “Qué idea”.
Recordé entonces aquellos talleres de proyección astral. Bueno, fue todo por ese día, me relaje, descanse y fue un por un rato alguien tranquilo, logré ser yo y conocerme un poco más.
Ya en mi vida cotidiana, no podía apartar de mi mente aquella “maravillosa idea”, no obstante lo intentaba. A la semana siguiente decidí poner en práctica mi idea...tonta de mi...
Se trataba de salir durante mi sueño y entrar en el inconsciente de él, ver como estaban las cosas, saber si aún me guardaba un lugar tal y como yo se lo guardaba a él.
Ok, puesta en la tarea, respiré profundamente, me relajé y llegué a la Galería. Me dirigí decididamente a aquel salón y ahí estaba, me concentré y quise estar en su casa, en sus sueños...
Sin darme cuenta como, me encontré en un lugar totalmente desconocido para mi. Asumo que era su Galería, habían un montón de cosas tiradas y allá en un rincón muy escondido estaba mi foto, mis recuerdos (los que me aludían).
Casi sin percatarme de mis actos empecé a arreglar el desorden... Obviamente en esa primera visita no terminé. Saqué mi foto del fondo, arreglé un poco la entrada, etc., cuando estuve satisfecha, me fuí, volví a mi galería y luego me dediqué a mi misma.
Al otro día, me llevé una gran sorpresa, él me llamó, quería invitarme a salir.
Salimos ese día, y al otro también, pero volvieron los problemas entre nosotros.
Una noche, después de una tremenda pelea, visité de nuevo su galería, no había cambiado mucho desde la última vez que fui. Ahí, buscando un poco, encontré sus creencias. No sé en qué estaba pensando, pero cambié muchas cosas de lugar, reorganicé su galería, puse mi foto en el primer salón, trasladé los recuerdos de su familia, de sus amigos, de sus hoobies a otras partes.
Arreglé todo a mi gusto y eliminé a todos y todo aquellos de él que no me gustaba. Eso hice, ese era el paso obligado, yo en realidad creí que era lo mejor.
A partir de ahí, todo cambió, al fin todo era como yo quería. Al principio todo estaba muy bien, iba a los lugares que antes odiaba, y creo incluso que le gustaba.
Aceptó a mis amigos, mis fiestas, mi trabajo, dejó todo lo que a mi no me gustaba. De vez en cuando, en esta etapa, yo le visitaba en sueños y hacia algunas correcciones a mi labor. Entonces fue cuando me di cuenta de lo que había hecho...
El ya no era la persona que yo conocí, era la persona que yo cree.
Su espontaneidad, su brillo, su color, era todo diferente.
Nada de lo que hiciera me maravillaba, yo ya sabía que iba a hacer y decir... me estaba aburriendo.
Aquel amigo que me hacía sentir diferente, aquel ser con el que podía discutir cualquier tema, la alegría al ganar una discusión o la reflexión al perderla, no existía ahora.
Era como hablar con un muñeco que únicamente repetía lo del disco que yo había quemado en su inconsciente.
Él no notaba nada diferente, para él, la relación entre nosotros era de los mejor...eso también era mi obra.
Poco a poco empecé a alejarme. Primero no salir entre semana con él, aludí al trabajo. En tanto no volví a su galería. Más tarde, inventé mil excusas para no salir con él.
Creí, sinceramente que si no lo veía más, todo volvería a la normalidad. Obviamente no pasó así, él me llamaba, me buscaba, preguntaba por mi a nuestros amigos. Llegó el momento de hablar con él y le dije que no podíamos seguir y le tiré el viejo cuento de “no es por vos, es por mi, necesito espacio”. Él no entendió.
Nuestros amigos tampoco lo entendieron, me alejé de ellos también.
Cada vez que los veía, me contaban acerca de él, que estaba muy deprimido, que había dejado su trabajo, que no salía de su casa, que no le interesaba su familia o sus amigos, etc.
Al principio creí que era una etapa y que, igual que todos nosotros la superaría.
Pasaron varios meses y no supe de él, no quería saber nada. No obstante, el día 6 de cada mes me llegaban flores sin tarjeta.
Al tiempo, dejaron de llegar y creí que al fin todo había vuelto a la normalidad y me tranquilicé.
Hoy me desperté tranquila, después de una maravillosa noche de sueño, estaba en la oficina y sonó el teléfono, no sé por qué, pero pensé que era él.
Tomé el teléfono con cautela, lista para explicarle de nuevo que no estaba lista, cuando me contestó una voz que no oía desde hacer mucho tiempo; era una amiga en común, me contó, en forma cortante que él se había suicidado la noche anterior y que su funeral sería esa mañana.
Me explicó que había dejado una nota en que decía que no tenía a nadie, que sentía un gran vacío en su interior, que su familia, sus amigos, sus hobbies ya no le satisfacían. Que su única opción era esa...
Desde que volví del funeral no he podido apartar de mi mente esa carta, sería mi culpa?, eso me atormenta, sin embargo, respiro muy hondo y me tranquilizo al pensar que no soy la responsable, que el mundo no gira únicamente en torno a mi persona; no puedo ser tan egocentrista.

Texto agregado el 25-02-2004, y leído por 236 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
22-11-2004 Me gustaria poder viajar contigo y tu mente. 5* poetaloco
 
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