Y las lágrimas arañan mi faz deformada por el llanto,
su sal escuece mis poros refrotados,
y mi garganta henchida de odio desparrama sonidos húmedos.
El raciocinio del ser como distinción entre todos
y aún así la irracionalidad del sinsentido quiebra nuestra conciencia.
Y el temblor se apodera de mi mandíbula,
de mis dedos, de mis palabras...
de mi alma.
Temblor como el bailar de la última hoja de otoño
aún aferrada a su rama.
Y viento la roza, la acaricia...
la arranca,
para hacer de su sino el presente:
levitar con inmortal empeño, fuerza y voluntad
para llegar a ras de suelo finalmente.
Y eso soy yo:
Miedo a cruzarme con mi sino sin percatarme,
y en caso de, miedo a estrellarme.
Miedo a que ráfagas de viento opuestas me distancien,
más aún, si cabe.
Y temblor de miocardio,
y escozor interno en mi pecho izquierdo
debido al gran porcentaje de hueco que al arrancarme
ventrículos, aortas, aurículas y arterias dejaste.
Y ahora acércate,
escucha en mis adentros,
apóyate si lo deseas,
te sostengo,
¿escuchas algo más que mi propio eco?
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21 de Marzo de 2007... la primavera llegó, pero las semillas que planté parecen no brotar...
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