La vida los guió por caminos distintos,
cada uno de sus corazones necesitaban encontrarse.
En algún lugar estaba escrito, seguro que en el corazón de Dios.

Todo lo que recorre su vida, decía ella,
Me inspira, me llena de esperanzas, alimenta mis sueños.
Él decía, tengo ganas de estar contigo,
pero tengo más ganas de no hacerte daño.

Demostraban no importarse,
porque no sabían lo que habitaba en sus corazones,
pues nunca decían nada.

Sus vidas no les permitieron entregan demasiado,
pues temían destruirse; sin embargo, el quererse no fue suficiente,
sus rincones diarios lograron separarlos.

Conocieron un sentimiento especial,
sólo ellos saben si eso que conocieron
y que lleno sus corazones de miedo era el amor.

Sus historias son distintas, pero el sentimiento
que en algún momento los unió no pensó en las diferencias.
El error es lo que callan.
El dolor es lo que le prohíben al corazón.

Sólo Dios conoce sus sentimientos,
pues Él fue el creador de esta historia
y sabrá a su tiempo enseñarles el o los caminos.