Una carta para las brisas en el clamor de las piedras…….., ritmos ondulantes y la boca de azucena.
Quiero que el corazón pase inadvertido y empeñe la voz de los sueños en aguas oscuras cuajando el desvelo.
Aljibes, jardín de la garganta, subiendo el latido acompasado del silencio.
Miradas, gris manantial, nuevas ocurrencias, frío, ventanas.
Recuerdos, siempre recuerdos, vaciando los espectros de nuestros días haciendo sortilegios entre el acento,….., nostalgias.
Lenguaje intacto, pupilas entre la miel, huella de mi sangre.
Mientras las caricias de tu nombre atemperan fulgores en acentos de futuros.
Las ataduras son distancias inmersas del contorno que va dibujando la pausa, el misterio y los nardos soñando lo profundo.
Es el cansancio de las vértebras desde la tregua dorsal que reclina hasta el tiempo.
Volveré alzarme en ausencias recordando la indeferencia de horizontes. Siempre, distante, yaciendo multitud errada en la noche con deseos.
Escuché los sollozos, desconsuelo, que entristecido briega hasta las sequías de la plaza,….., tabernas.
Agobio derramando sombras obtusas mullendo la especie. Voz del aire, lágrimas fluviales por el vuelo.
Cristal furtivo en quiebros de gacelas, ramos romeros y ternura.
Aquellos oscuros pensamientos van adormecidos por las calles paseando sonrisas ingrávidas de andenes hundidos en la calma.
Momentos junto a los escaparates iluminados, calor del despertar en la ciudad.
Solo es un despertar en esta mañana de fríos junto al mar…
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