Como un ángel caído. Un ser supremo al cuál se le ha arrebatado la libertad. Sin alas con que defenderme. Sin deseos ya de volar. Extiendo mis alas destrozadas... Caigo en picada hacia un precipicio donde el único fin será la muerte. No sé que sentir. No sé que pensar. No hay luz. Todo es oscuridad. Y es toda mi culpa. Yo misma he sido cómplice en la trampa de la cual ahora soy víctima. Estoy confundida y en nada me ayuda el aceptar que estoy mal. Estoy cayendo y no hay nada ni nadie que me pueda salvar. Estoy condenada.

Acepto que soy la culpable y es mi obligación el pedir disculpas. Es mi obligación doblegar mi orgullo y caer rendida al mundo de los humanos. Es mi obligación sanar mis alas y volar nuevamente hacia algún lugar. Pero mis fuerzas se han ido. Me siento debilitada. La oscuridad se apodera de mí, una vez más. Me entrego a la pasión de caer. Caigo vencida a la destrucción. Otra vez. Y otra vez tengo miedo. Otra vez siento miedo de perder lo que más amo, de perder lo que me hace vivir. Tengo pavor a la muerte. Lo admito. Tengo pavor a dejar morir lo que quiero. Tengo pavor a no poder vivir. Porque otra vez mis alas han sido cortadas. Otra vez, como un ángel caído, estoy a la deriva. Y ahora no tengo las fuerzas de antes. Ahora no tengo el poder que antes me sostenía. La fuerza que antes me hacía vivir.

Miro a mí alrededor y sólo veo destrucción. He despertado nuevamente a la realidad. El mundo real ha recaído sobre mí. Siento lo real de la vida. Siento la veracidad de las palabras, como antes. ¿Dónde está la fantasía que me hacía vivir? Siento el dolor en mi pecho nuevamente. El dolor. El inmenso dolor. El sufrimiento ha vuelto a colocarse en mi vida. Como un invitado a cenar. Como un invitado a mi perdición. El dolor cual daga que atraviesa mi corazón. Dejándolo sangrar hasta morir. Cierro mis ojos intentando opacar la verdad. Intentando no ver la inminente caída. ¡Tengo tanto miedo!

La herida se ha vuelto a abrir. Río por no llorar. ¡Que astuta es la vida! ¡Que armas tiene para luchar contra mí! Quiero llorar, y mis ojos se cierran sosegando los deseos de llorar. ¡Cuántas veces he estado a punto de llegar al final! De llegar al final de esta patética caída. Y siempre me levanto antes de caer con renovadas fuerzas, con renovados deseos de triunfar. Pero ahora tengo miedo de llegar. Tengo miedo de sentir la muerte dentro de mí. Tengo miedo de existir. ¿Qué tengo que hacer para vivir una vez más? ¿Dónde está la respuesta para detener todo este sufrimiento, todo este dolor?

Lloro desconsoladamente. Estoy cansada de llorar. Estoy cansada de esta soledad que me consume cada día más. De esta pena que me impide hablar con la verdad, que me impide amar una vez más. No quiero caer, sin embargo tengo deseos de que todo acabe. Tengo deseos de acabar con todo de una vez, si es que acaso ese todo no termina antes conmigo.

Como un ángel caído. Un ángel negro. Un ángel de la oscuridad. Como un ángel sin luz. Como lo que siempre he sido. Hoy me dejo caer. Hoy me entrego al placer de caer. Hoy mis fuerzas no van a corresponder. Hoy me entrego a la destrucción. Hoy me entrego al sufrimiento. Hoy me entrego al dolor. Hoy no pongo pretextos. Hoy caeré y me entregaré al placer de morir. Hoy viviré. Hoy tocaré el fondo. Enfrentaré la realidad. Hoy me niego a la libertad. Hoy moriré para poder vivir. Hoy iré contra mis deseos, contra mis impulsos de vivir. Como un ángel caído… hoy me niego a ser feliz.


-2006-

Ya ven que aún sigo aquí. Es ese estado en el que uno a veces piensa que no vale la pena continuar pero pasado el tiempo se da cuenta que hay mucho porqué vivir... sólo hace falta abrir los ojos y el corazón lo suficientemente grande para ver la verdadera belleza de la vida.

Por mi princesita...