Categóricamente en crisis, de actitudes, olores y silencios;
Tratando de saber sin despedirme, el lugar que ocupo, permanezco.
Definitivamente inalcanzable, el polvillo nubla mis momentos,
De cemento y arena, ilusiones; que vuelan y se ensucian. Lamentos.
Estupenda matriz de imperfecciones, cerámicas y luces de vinilo
La alegría desborda en intenciones y el ladrillo nos mantiene en vilo.
La noche resplandece, me atormentan los colores del friso en amarillo,
El amargo olor cuarenta y tres setenta, humo de albañil en cigarrillo.
Los chicos juguetean en el patio de vigas y clavaderas de ainchico,
Y el aroma a pino y a madera se me hace tremendo y conocido.
Las ideas de mar y azules cálidos para el cuarto vacío aún de hijos,
La temblorosa ida de lo viejo que cae en pequeños pedacitos.
Una nube de polvo gris y rojo, con sabores dulzones, y casi listos;
Los hierros retorcidos que se calman para dar paso a lo previsto.
Maremoto de sueños; la cocina parece un campo de narcisos
Cielorraso en blanco y la campana para ahuyentar sabores no queridos,
El dorado del sol, una ventana y el herrero de negro en el altillo,
Murmurando herrerías y memorias de otras rejas y otros sitios
Y un segundo fugaz de amores viejos que en nuevos tonos desprolijos,
Vuelve a mí, para saberme siempre, en verdes de campos y tomillo.
Así vivo momentos de familia, de crisis, crecimiento y acertijos
De arquitectura ideal y disconforme, con matices de antiguo cobertizo,
Suelos de más de cien pasados, pisados por odios y tormentos,
Martillazos de luz y algún cimiento obligado sin dolor y sin memoria
Para dibujar el plano que me muestra; definitivamente, estoy en obra.
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