Hay un pasaje en “La tregua” de Mario Benedetti, cuando el protagonista cansado de su trabajo (si mal no recuerdo con números y cálculos dentro de una oficina) esta en una plaza y ve un grupo de niños con
su maestra, allí se cuestiona su modo de ganarse la vida y habla de lo lindo de trabajar con “vida”.
Por lo menos si algo tiene de fantástico mi trabajo es la falta de monotonía, hay que destacar que nunca el trabajo aburre (sí cansa, agota, estresa, pero no aburre) y que no existen dos días iguales cuando estamos en eso de trabajar con seres vivos.
Uno siempre tiene sus alumnos preferidos, por más que ni ellos mismos lo sepan en nuestro afán de ocultarlo al resto del grupo. Esos niños que nos dan vuelta el corazón y hacen que nuestra cara resplandezca cuando los miramos. También hay años que ninguno descolla es cierto, pero casi siempre en grupos de 30 a 50 niños hay alguno que es sumamente especial, tanto que nunca nos olvidaremos de sus palabras, gestos y de eso que lo hace entrar en sintonía con nosotros.
Hace años, 7 para se exactos mi gran debilidad era Camila, esa nenita con sus lentes grandes y esa sonrisa siempre pintada podía cambiarme el día con un “holaaaaaaaa jiji” cuando llegaba a clases, salía corriendo como loca cuando su mamá la venía a buscar y volvía siempre a darme un beso a mi y otro a la panza (que tenía a mi 1º hijo adentro). Esa nena es hoy una adolescente y aún me sigo escribiendo con ella desde acá hasta Alemania. Me manda de vez en cuando fotos, para que vea lo grandísima y linda que está.
Mucho niños han pasado por nuestro sistema de “preferidos”, la maestra que no los tenga creo que miente. Siempre está ESE que nos hace pensar que vale la pena esto en lo que estamos. Algunos nos llegan más otros simplemente nos caen simpáticos, pero obvio que estamos trabajando con personas y es ese espectro de gentes pequeñitas hay de todo como en la vida misma, la gente que va a ser buena y especial ya lo es desde chiquita, ya trasmite esa energía, esa cosa propia que se trae desde la cuna.
Hoy que aún no tengo ni claros sus nombres ya hay algunos que me encantan, el tiempo dirá si son prefes de la maestra o no. Igualmente eso no cambia nada, no se van con más nota por ser los más queridos en secreto, pero sí nosotros nos vamos con más por encontrarlos.
Cómo adoraba yo de chiquita a mi maestra de 1º año, me acuerdo de sentirme querida y de quererla hasta hoy muchísimo. La vida me llevó a seguir sus pasos e instalarme en su casa cuando era estudiante a recibir consejos y materiales para la escuela. Siempre le digo que ella es la “culpable” de lo que hoy hago, pero me alegra que lo sea, (nunca le pregunté si fui de sus alumnas preferidas, tengo miedo que me diga que no jiji).
No es justo dar nombres, pero algunos están ahí y van a estar siempre guardaditos en nuestro corazón y cuando sean grandes tal vez sí les podamos decir “fuiste “mi alumno preferido”…”
Nahuel de 6 años, es uno de esos niños que uno se traería para su casa. (También están esos que nos provocan la adopción, por sus carencias y sus virtudes en esta vida).
De esos niños comestibles, pero que muchas veces provocan ganas de que alguien los quite de adelante para no matarlos. Estaba yo enojadísima por algo (no recuerdo qué) y le digo:
- Ud quiere ponerme triste?
- No
- Porque yo lo quiero mucho y me pongo muy triste cuando ud se porta mal
- ¿Vozzzz me querezzzz muchooo???
- Si, claro que lo quiero mucho, y me pone muy triste que haya que rezongarlo así, ¿quiere que me ponga a llorar de tristeza?!!.
(por alguna extraña razón me sale tratarlos de UD cuando ando enojada, fue así desde siempre, eso como para ponerles distancia, vaya a saber…)
- Tu llorazzzz???
- Si, claro que lloro
- Los grandezzzz no lloran
- ¿Quién le dijo esa pavada!!!!!
- Mi padre
- ….mmm …. bueno…. Su padre pensará eso, pero su maestra es grande y llora ¿sabe? Así que no me haga poner triste.
- Zo no quiero que tu llorezzzz, me voy a podtar bien.
Santito, sigue siendo mi preferido 2006/2007, se sigue portando mal, correteando por la escuela y enloqueciendo a su actual maestra, pero recibo 10 besos diarios y 25 golpes en la ventana de esa criaturita a diario. Aún me provoca adoptarlo para hacer que tenga mamá.
En este mundo donde nos dicen que cada vez es más difícil relacionarse por los avances tecnológicos y eso de estar escondidos detrás de… (una computadora, un teléfono, una pantalla), es bueno tener un espacio donde aún se valoren las relaciones humanas, gente que trata con gente. Gente que vive la cotidianeidad de otra gente eso es lo lindo de que nuestra materia prima tenga vida, que no se pierda el encanto de enojarnos, reírnos, escuchar a otros, hablar y tratar de que nos escuchen, compartir cosas comunes con gente de carne y hueso, aunque esas gentes sean pequeñitas.
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