Miro tú cansada expresión
en años de dolores amargos,
hoy, me arrodillo ante ellos.
No hay explicación
que diga lo duro que es tu dolor.
Son tus lunares (igual que tus canas)
el duro reflejo de tu vida en odio.
Con tus lentes y maquillajes
no pretendas esconder lo hondo que tienes.
Al ver el rostro mojado (de lagrimas),
por tanto meses,
tu vivir; verlo, no es fácil.
Sé muy feliz (con tus engaños);
y hazme parte íntima en el.
En cada paso de tus labios,
que con penas y llantos das (bien conozco),
gritan de los cantos perdidos
por el terráqueo dolor
de vivir casi arrodillada.
Tienes en tus fosas
el certero olor seco
que tu vida exhala en cada día.
Tratas con ellas;
esconder el verdadero (tú sabes cuál).
Guiñas el ojo derecho
sin que otra parte sepa,
excepto, tus labios
y lanzas esa mirada tras tus lentes
para dar al blanco de tú amor.
Tu tez clara y suave
se me confunde con una diosa,
que tiene tú barbilla.
Refunfuñas cada día por los atrasos
que mis apurados pasos dan;
y se acercan a tus mejillas rosas
que me das de regalo
solo por segundos,
solo por segundos; y a escondidas.
Te cansas,
se que te cansas en la misma sombra,
con las asas
que usas para denunciar que eres hembra,
sin hombre que no te ame
sin amante que no te surte.
No dobles el corto cuello
que bien te queda, en alto,
sin poder dar tiempo
a que tus ojos vean el beso tirado
por quien te escribe, ya cansado.
Ponte algo cómoda en la poltrona;
suavemente me podré acercar,
teniendo paz en mis miradas certeras
y casi tendré una leve sonrisa,
antes de besar tu frente,
poco después con mi mente,
estaré en el aposento sucio y escondido
viéndote en delirios, casi feliz.
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