¿Y quién diría, 
que seria gracias a ti, 
mi tormenta gris, 
que al seguir castigándome, 
y brindando con cada chaparrón, 
que haces juego con mi estado de ánimo, 
uno de tus rayos impactaría en mi suerte, 
dormida en lo más profundo del limbo, 
y la reanimarías? 
Hace días que todos me abandonaron, 
la sonrisa, la alegría, las energías,  
y si, mi musa no fue tampoco la excepción. 
¿Quién diría, que bajo esta lluvia, 
gris, solemne, constante y melancólica, 
finalmente dios respondería mis golpes a su puerta, 
con un mensaje en forma de susurro a través de una golondrina,  
que escoltada por un divino viento, 
llego a destino, 
dándome otro aire? 
Ahora se que no has muerto, 
ya no estoy en soledad, 
suerte mía,  
aun malherida, 
por favor, 
no me vuelvas a dejar. 
¿Quien diría que te deje a la deriva, 
si sabes que a pesar de confiar en ti, 
te juzgue mal y te presione, 
hasta desgastarte y desaparecer? 
No quedan dudas mi amiga, 
mi pecado fue atinar a desconfiar de ti, 
ahora te cobijo entre mis almohadas, 
te coloco una manta acompañada de lagrimas por tu ausencia, 
te dejo las lagunas secas y agrietadas de tus amigos, 
te cambio los vendajes convidándote mi sangre, 
que importa si casi todo me sale mal, 
porque ahora estas aquí y conmigo nuevamente. 
¿Quién diría que bajo esa lluvia torrencial, 
la tormenta, el destino y dios, se unirían para devolverte la vida, 
al sensibilizarse con tu ausencia? 
¿Quién diría que volverías a mí? 
¿Quién diría si me equivoque? 
Si, ya lo se, tu lo dirías, mi querida amiga.  |