Diego… Mi Diego:



De los días puedo llevar la cuenta, por que quien viene por estas cartas me dice que día es. Recuerdo ese día, y recuerdo tantos otros a tu lado, recuerdo tu sonrisa, y la seguridad con la que caminabas.

Yo fui y seguiré siendo, mi querido Diego tuya, nací con tu nombre tatuado en mi destino, mis caderas tomaron con el tiempo el molde exacto de tus manos.

No hubo ni un ápice de mí que no te perteneciera, aún hoy entre estas frías cosas te pertenezco.

Te escribo, y dejo de estar aquí, los barrotes se abren y yo emprendo la fuga. Te escribo y vuelo, lo he soñado, puedo ver desde afuera el lugar en el que estoy, y aleteo muy fuerte para poner mayor distancia, entre mi cuerpo y el lugar que me aprisiona.

Luego en el patio, yo entre una nube bien alta, veo a General Guzmán y como cae fulminado al grito de libertad, veo que nada me arrancó, veo que solo han sido unos años de persecuciones y luego el tiempo aquí, nada que importe demasiado.

Veo mi país en flor y libre. Llego hasta el río y te encuentro, y te ríes y me cuentas que haz estado ahí esperándome, que haz pescado 3 truchas, y que si la suerte sigue de tu lado, atraparas 4 más. El 7 es el número de la suerte.

Necesito recordarte así.

Muchas veces me desperté gritando, no logró asumir el lugar en donde me encuentro, cómo te hablo de estos muros de piedra que creí existentes
fuera del ingenio azucarero abandonado. Es una celda de castigo, la primera vez que me trajeron aquí, al escuchar “celda de castigo” me reí, me reí sin poder parar, me sentí en la primaria. Me rebelo contra esto, no bajo la mirada y por eso vengo a parar aquí.

Ésta no es un cárcel amor, esto es un tiradero de voluntades, estos muros contienen gritos callados a fuerza de olvido, la furia se destiñe con el paso del tiempo, cualquier tipo de piedad nos ha volteado la cara. Hoy siento mi amor, que mi nación es un pozo del que el resto del mundo no
tiene conciencia, y a veces me parece que en ese pozo esto que palpita en mi pecho es solo un eco de terquedad, que grita tu nombre.

Cuando salga de aquí, de este castigo, buscaré a Mariliz, nos reiremos un buen rato juntas y seguro querrá cantar, yo la escuchare y convocare todos los colores de aquella tarde en La Charca, mientras bailaba contigo, y entonces tus brazos eran el lugar mas seguro del mundo entero.

Ha comenzado a llover…

Y no se por qué...


Mariana tuya…
Apostando a que hoy en Noviembre 10 de 1966 y a que pronto estaremos uno frente al otro.