Solo, con mis lágrimas desgarrándose entre mis mejillas y el viento, ya no andaba con el alma descompuesta. En este mundo enfermo, logre volver a tener esperanza, ya no por una mujer, un trabajo. Ya no dependía de nadie, por primera vez había logrado alcanzar una meta, y esa no tenia como describirla. Solo estaba yo, solo y el mar a mis pies.
Esa tarde conocí a tres pescadores, los cuales al ver mi ropa raída y descompuesta, creyeron que era un polizón lanzado de algún crucero excepcional que ahora cruza el caribe, me dieron pescado, agua y animo de vivir, así comencé a vivir, como un pescador mas, ya no tenia las grandes comodidades de la vida moderna, vivía en una choza de palma, una litera que separaba el piso de mi espalda, dos tarros traídos por las olas servían de mesa y asiento. Ese era ya mi universo, ahí habían quedado todas las colecciones de tristezas que quedaban en mi vida, ya no seguí viviendo de los demás, ahora vivía de mi mismo.
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