El océano pacifico estaba alebrestado,
El tenía que hablar
El sabía que callado no se podía quedar,
El tenía que decir lo que pensaba, lo que veía y percibía
Sabia a si mismo que se condenaba
Desde el momento que habría la boca
Pero que podía hacer, era su naturaleza
Estaba rompiendo la promesa que se hizo a si mismo
De no pelear guerras perdidas
De no pelear por los demás
De no meterse en donde nadie se atreve,
Mientras articulaba sus palabras
Veía a sus amigas que asentían reconociéndole el derecho
Que para el parecía más un privilegio bañado de virtud,
Entre ellas estaba ella, quien lo miraba
Pensante del “donde” saca el valor para decir lo que cree
El sabía que no había vuelta atrás,
La gente escucho el hablo y se condeno.
Que honor morir por lo que uno cree;
Pero mejor pelear por lo que uno sabe,
Solo esperaba no terminar como un pobre hidalgo quijotesco,
Solo esperaba no condenar a sus amigas,
Romper el vínculo que se creo unos días atrás,
Un vinculo que existía años atrás, pero apenas se pudo expresar.