Sobre un tapiz que el bello sol torna en azules brillantes,
tendido en eso inmenso ropón colorido;
distingo desde lejos, muy distante,
una figura humana,
que calma todos mis sentidos
y que llora en mis hombros.
Carga en sí un seudónimo puro; lleno de detalles,
gloria entre sus ojos,
esconde muy lejos, muy acorralada,
el horror de no vernos,
con las mismas gotas que
calan mis sentidos; y desesperan nuestra entrega.
Tú bien sabes
que esa; eres tú.
- No respondas
- tu silencio
- exclama todo lo que tienes.
Llego como si fuese un lago solitario
para llenar todas tus vetas, sean de amor,
de risa, de compañía, pero llegan hasta ti,
que te encumbres de gozo
y te agachas para hacer gozar.
Creo llegar en el momento preciso,
adecuado; en silencio, para rescatar tu alegría
y con ella muy lejos, muy distante,
verte partir, y de nuevo, lloraré tu larga partida
para no disfrutar de tu bello candor
de alma y piel sedienta de recuerdos gloriosos
entre sábanas y almohadas destruidas en un instante. |