Ya dan las saladas cuatro.
Siento un lejano silencio:
viene de las tierras verdes
y nos llega al cementerio.
A este cementerio inútil
que no, no es ni será nuestro.
Con su cera de agua y lágrimas,
el cirio de los lamentos.
Convaleciente este día
bajo la luz del secreto.
Los velos de las ancianas
a esta boda vinieron,
a esta boda final
de la ilusión y el agüero.
Y nosotros aquí, sordos,
ya no tenemos mas miedo.
-Escuche, vieja Mercedes:
será éste nuestro secreto.
A mí me sedujo el diablo,
el diablo y todo su deseo.
Pero ya me confesé,
y sí me arrepentí enserio.
Rezé miles de rosarios
y sé que ya nada debo.
-Comadre, estése tranquila,
y sepa bien que le creo.
Usted ya se confesó
con la cara ante el Supremo,
y, ya que así me lo dice,
se bien que no tuvo miedo.
El viento sopla caliente
sobre este blanco desierto.
Del camino se levantan
arena y recuerdos secos.
Nada esta aquí verde o vivo
y los suelos ya sedientos
abren sus fauces enormes
como trampas hacia el cielo.
Los farsantes que te añoran,
con los ojos rumbo al viento,
cansados, ya van llegando
cantando miles de credos.
Ya están aquí todos, todos,
todos ¿aún no tienes miedo?
-Ahora dígame, comadre,
por que ¿Por qué hizo eso?
¿Por qué le hizo eso al compadre,
a él que siempre fue tan bueno?
-El diablo me poseyó,
ni siquiera yo lo creo.
Llena toda de lujuria,
poco a poco fui cediendo.
Luego… luego les fallé,
si, les falle a mis tres dueños,
a mis tres buenos señores,
a ellos que tanto les debo.
Pero basta ya. No hay nada,
ni un segundo en mi recuerdo.
La pena me esta matando.
Mercedes, en usted creo;
llévese a la sepultura
este pesado secreto.
Ya están aquí todos, todos,
todos ¿aún no tienes miedo?
Ya dan las saladas cuatro, arena y recuerdos secos.
El viento sopla caliente,
siento un lejano silencio.
Esta es la boda final
de la ilusión y el agüero.
Este cementerio inútil y los suelos ya sedientos.
Ya dan las saladas cuatro, ya sabes lo que presiento.
Aquí esta ella, tu Mercedes
con esos dientes repletos.
Ella observa muy celosa
a las viejas de los velos.
Las escucha gritar por ti
tan dolorosos lamentos.
Ya están aquí todos, todos,
todos ¿aún no tienes miedo?
Tristes, ellas te recuerdan.
Es una farsa tras los velos,
mas Mercedes no lo sabe
y lo cree verdadero.
A cada minuto el odio,
la envidia y tu reflejo
van creciendo… ya muy pronto
la invadirán por completo.
Ahora no descansarás.
¿Qué pasará con tu cuerpo?
No, no descansarás nunca,
acabarán con tus restos.
Ya dan las saladas cuatro,
ya sabes lo que presiento.
-Comadre, antes de hablar,
seguro, mejor me muero.
Ahí viene tu marido, ella
siempre le tuvo aprecio.
-Olvídese ya de todo,
se bien lo que es un secreto.
Él esta llorando por ti,
ella mira hacia el cielo.
-Yo soy una buena cristiana,
llevo a Jesús en el pecho.
En el nombre de Jesús,
y con todo su respeto,
tengo que contarles algo,
la muerta tuvo un secreto.
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