Sayas largas usabas en tu delgado talle, las tantas veces que te observe subiendo y bajando en el callejón. Caminabas vacía; mas un día sin saberte madre, volátil me aleje. Miradas de reojos, en cada atardecer que busca fenecer, reinaban al comprendernos. Pasó el verano en dos meses de adelanto. Retornando; una mas, de nuevo eras más madre. En tu talle chico junté mis brazos, torné soledad a delicias. Hoy caminas como ayer, con tu falda pequeña y larga cayendo a tu calzado, sin siquiera mostrar nada de lo que fue motivo del yerro que juntos construimos.
Texto agregado el 19-03-2007, y leído por 128 visitantes. (2 votos)