ARMONÍA PARA UN RECUERDO,…, sueños fugaces en un intento de evasión, realidad diurna, porque el hombre será hombre mientras pueda seguir soñando, y el poeta será poeta mientras continúe su experimento con palabras que inventaron para designar seres y cosas, y pueda viajar con ellas más allá del primer plano que sólo es el espejismo que nos oculta otro mundo más bello.

La concepción del mundo artístico que tiene aquel barrio gitano es sensitivo. Su primer objetivo, asumir el movimiento, imagen y convertida en una fuerza afectiva sobre el espectador.
Obra de arte desprendiendo el movimiento de la mente.

Conocer las imágenes que nos rodean equivale a ampliar las posibilidades de contactos con la realidad: ver y comprender más.

Mi voz se quedó enganchada en la esquina del recuerdo con alfileres de lágrimas.
Instante eterno. En este mundo sin presente, velocidad sin tiempo y sin espacio; vertiginoso vuelo del momento loco, pasa y mata nostalgias de futuro…

La espera antes que llegue ese mágico momento cuando la explotación rabiosa de estar vivo se anuncia en una flor de almendro, primeras golondrinas y atraviesa junto a la mariposa acarmilada…

Apareciste blanca como pétalo de luna, Barrio de Santiago, luminoso y eterno en medio de la noche, bello como un silencio de lluvia sobre hierba, envuelta en tu mundo evanescente…
Bulerías de nuestro barrio, luz y sol de nuestras vivencias, elemento plástico que debe nacer del juego físico y óptico de nuestros sentidos.
“Mariquita María,
la de mi barrio,
hasta agua bendita
toma con garbo…
Lo he dicho, y lo voy “hacé”
un teléfono sin hilo
“pa sabé “de tu “queré….”

Todo cuanto está vivo o destinado a vivir pasa por una germinación, ¡sueño en mis recuerdos!

Eres himno y sollozo.
Todo lo hiciste tú y nada pides.
Ignaro desconsuelo que iluminas las llagas desde el rincón proscrito, varada en saladares te entristeces aterida y anónima.
Sólo sabes del sol como una fusta, como un cante de trilla terco y duro.
Sabes de briegas y sequías.
Cortijadas y setos, pueblos blancos, y la plaza; cal.

Un vaso en la taberna, botijo a la sombra, recua, obtuso jergón para mullir la especie, este agobio esencial que se derrama por la oscura presencia de las cosas, nos escueces de tiempo, penetra en los ojos que ya se han hecho surco y queda en la voz, agria mancera.
Lo nuevo en esta obra, Barrio de Santiago, es la rica orquestación.
El número de voces que forman la polifonía; sus timbres resultan distintamente diferenciados y más cuidadosamente contrastados o armonizados. Anchas áreas dedicadas a los instrumentos musicales contrastan con un modo poético que evocan rápidos trinos.

Os pido que mis horas las dejéis a la sombra bajo la sed de estrellas y azul campanas, pues quiero, mi ausencia, acabe siendo torre encarnada en erecta vigilia luminosa.
Apartadme la noche, mi velar se queda varado entre las aves y las conchas del alba.

Me abrirán un sendero de bronce, el silencio, cual surco alucinante, en tanto sus rebatos se adentran por mis huesos, borrachos, perfiles y escozos de la brisa; como gestos etéreos quemándome la muerte fundida en mi nuca.
Su rumor y su acento.
Ya deletreo tu imagen en mi adarve, obsesiva atalaya a la vez consuelo, almunia florecida sobre escombros humanos.
Barrio de Santiago.... ¿recuerdas cuando a solas dialogaba contigo y te asía los contornos con caricias diáfanas hasta dejarte exhausto hacia el ocaso?