El paseo fue de trayecto corto
pero, acompañado de infinita belleza...
el río acompañaba con su peculiar sonido,
los grillos nos daban las buenas noches,
el follaje de los arbustos
se mecían a merced del gélido viento.



Un búho solitario,
nos ofreció un giño soñador,
arriba en la colina,
una jauría dejaba notar el vapor
que escapaba de sus bocas...
entre aullido y aullido.



La noche plateada,
se reflejó en el lomo de un lobo joven y solitario que olfateó nuestra presencia,
y allí, entre el misterio de aquellos elementos...
...tú y yo...
tomados de la mano,
contemplando la brillantes de la Luna llena
hasta verla desaparecer...
entre las ramas de un arbol viejo.



Al regresar,
tu rostro lucía cansado,
dejaste el rebozo en el umbral,
el crisol de tus cabellos...
una vez más electrizó mi cuerpo, y entonces
apagaste la luz con el calor de tu aliento,
y, tus mejillas sonrojadas...
quedaron inmortalizadas...para mí.