Somos náufragos en el mismo mar,
pieles abrazadas por el mismo sol
era inevitable poderte hallar
si además nos une el mismo amor.
Así te encontré, por casualidad
Y hoy te has vuelto una grata razón
que no me gustaría que partiera
ni tu boca brava ni tu piel cérea.
Ocultos tras la misma ventana,
cariño, soy tan ajena a tus brazos,
acúnate en mi pecho de lana
y anudemos este pequeño lazo
que nos cubre la piel como escamas,
que nos acicala como el aire manso,
niño de los ojos de nuez madura
invádeme de tu sutil ternura.
Texto agregado el 17-03-2007, y leído por 232
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