EL MOMENTO DE VIVIR
El agua templada acariciaba sus pies, el vaivén de las olas, parecía reclamar su atención, el susurro de estas, adormecía cualquier intento de romper el silencio.
La calma, una calma bajo un sol templado, una brisa fresca, y un olor a rosa, llenaba sus pulmones, cada vez que inspiraba el aire azul que recorría el momento.
Había llegado hasta allí, caminando, sin saber a donde iba, sin pensar en nada, sin llorar,
no le quedaban lagrimas que derramar, sus ojos brillantes, expresaban tristeza, tristeza de dolor, tristeza de pena, y su mirada perdida, buscaba , buscaba el amor , buscaba esperanza, y a cada paso, su cuerpo se erguía, su caminar se hacía mas intenso, y su respirar era mas profundo.
De repente, el caminar ceso, cayo de rodillas y miro al cielo, sus manos se llenaron de fina arena, y un impulso irrefrenable la lanzo al aire, a la vez, un fuerte llanto gritó, clamó a las nubes, comunicando que hasta allí había llegado.
Era el final, el final de un momento , el final de un encuentro , el final de un amor, el final de una pasión, y a la vez un comienzo, comenzar a amar , comenzar a soñar , comenzar a reír , comenzar a vivir.
Llorando cayó al suelo, y a la vez que el llanto se perdía con el rumor de las olas, la sonrisa llegaba, llegaba transportada por el aire nuevo, el aire del fresco de un nuevo amanecer.
El tiempo parecía haberse detenido, el movimiento había cesado, y ya no le quedaban fuerzas para expresar nada.
Entonces, abrió los ojos y se vio suspendida entre las nubes, flotando en el aire, vio su cuerpo en medio de la larga playa, bañada por el azul de las olas y acariciada por la suave brisa, a la vez que la blanca arena se prestaba a acogerla ,como si de una madre se tratara.
El camino estaba marcado, las huellas de su caminar, dibujaban sufrimiento, expresaban resignación y se perdían a lo lejos, juntándose con los negros nubarrones.
Un largo camino, un lento camino, un camino necesario, necesario para tropezar y levantar, necesario para sufrir y llorar, necesario para aprender a vivir.
Un camino que arrancaba a lo lejos, en el oscuro horizonte, y terminaba a sus pies, a los pies de un cuerpo fatigado, de aquel cuerpo, desvanecido en la arena.
Sus ojos se cerraron, se cerraron de nostalgia, se cerraron de pena.
A la vez, una fuerza desmesurada, despertaba en su interior, la mirada se recuperaba, lentamente, la luz aparecía más intensa y pura que nunca, marcaba un nuevo horizonte, un nuevo camino, un camino lleno de sabor, de música y alegría, la paz se podía abrazar y la ilusión se mezclaba con el aire limpio que recorría el momento.
Era el nuevo momento , el momento de vivir.
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