Se presenta extenuado por haber buscado
Entre la neblina de la mente
Y el temporal ajeno.
Yace en la orilla de la mar serena
Con el testigo en la mano arañada
Y suplica con mirada perdida,
Con los ojos negros y la boca profunda,
Con la boca oscurecida por el grito constante.
El alma de bien que le coja la señal
Que tanto daño le ha hecho
Tanto tiempo.
Porque nunca pudo separarse del tiempo
Durante su cambio de lugar
Mientras buscaba donde cambiar de color
La pieza de entrega.
Aguadulce, marzo de 2007
José María de Benito
Texto agregado el 17-03-2007, y leído por 131
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