La navaja abre una herida,
La sangre corre por su cuerpo.
Retazos de una vida destruida,
Que poco a poco se lleva el viento.
El dolor inunda su alma,
Una daga atraviesa su pecho.
¿Debe sufrir el que ama,
Sabiendo que hizo el intento?
Lágrimas brotan de sus ojos,
Marcan un camino sin retorno.
De su vida sólo quedan despojos,
Una oscuridad sin luz es su entorno.
Una herida abierta en su brazo,
Otra más grande en su interior.
Acrecienta su pena y no ha logrado,
Sacar de su pecho todo ese dolor.
Sangre que se desliza lentamente,
Arde en su interior como fuego.
El dolor turbia sus sentidos y su mente,
Y su alma fría como hielo.
Se cierran las puertas de su corazón,
No más odio, no más amor.
Intenta escapar y la razón,
La esclaviza a un mundo de dolor.
La herida se cierra, la marca se queda,
Recordándole lo débil que es.
Se mantiene alerta; un alma en espera,
Que acecha en lapsos su piel.
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