Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Los pueblos (de mi columna de los lunes, días difíciles si los hay) Por MCavalieri.
Nosotros, los que alguna vez huimos del abrazo de un pueblo, sabemos lo que se siente estar preso del campo, de las ideas de mentes tranquilas que ven la vida morir en cada ocaso con la misma indiferencia con que lavan la ropa o duermen la siesta.
Mujeres preparadas para criar hijos, cuidar esposos, gastarse las líneas de las manos en la pasta del domingo mientras se le mueren los sueños en la novela de las dos de la tarde.
Hombres de piel curtida por los soles en mitad de la cosecha, con las uñas negras de tierra y de tiempo que pasa sin advertirse, donde la lluvia sólo es agua para los sembrados.
Gente que no sabe que más allá del campo hay otra gente.
El mundo queda lejos de los pueblos o a los pueblos no les importa el mundo.
Pocos hay que miren las estrellas, la luna roja y gigante del este, el cielo a través de los brotes del sauce, el aire en la cara de los niños, la sonrisa en los ojos de los viejos. Pocos hay que sepan que la vida no se acaba en un círculo de pasto.
Y esos pocos son lo que parten en busca de otros vientos, de luces de neón, del ruido que provocan las pisadas en el asfalto, de mañanas no tan claras pero más verdaderas.
Los “desertores”, que sueñan con otros horizontes, infinitos, quizás inexistentes, se llevan en el alma la tragedia del abandono. Pesará en el pensamiento el fracaso de no ser un pueblerino, de no estar orgulloso del caballo y de las calles de tierra que llenan de polvo las casas y las utopías.
Pero aun así se van, escapan de esa marca que, saben, no los dejará nunca y buscarán, sin querer, en cada posta futura un pedacito de césped.
Y al pasar los años regresan, derrotados o triunfantes, para saber si algo cambió, por pura curiosidad nomás, o asombro viejo.
Pero todo está igual: una cortina que esconde la mirada sagaz de una vieja, noches opacas por no verse, ligustrinas censuradas para siempre en cercos prolijos.
Las familias pasan pero los hijos son iguales a los padres, la escuela tiene las mismas aulas, la plaza los mismos árboles, la margarita florece en el lugar de antes y parece incluso que fuera la misma flor triste y antigua.
Sólo las hamacas perciben las horas, el óxido cubre las cadenas, la madera despintada de blanco y de rojo llora ausencias de niños felices, y es un lamento el chirriar de los hierros que se mueven solos, por inercia, por hartazgo.
Alguno de estos locos se queda, quién sabe por qué, tal vez tenga más esperanza que años vividos, acaso se cansó de tantos hogares lejos del pueblo o quiere quedarse en ese cementerio de tumbas perfectas.
Uno de ellos, cuando todos duermen, mira hacia el norte, busca el brillo de unos ojos, los míos, que encuentra en la distancia.
“Todo está bien” parece decirme “pero nunca vuelvas, los soñadores se mueren de tristeza en estos lados”
Y yo, que sé lo que es ver a un hombre libre agobiado por el verde, escondo alguna lágrima mientras dibujo con los labios un gracias papá.
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Texto agregado el 23-02-2004, y leído por 467
visitantes. (12 votos)
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Lectores Opinan |
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10-03-2004 |
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Caramba cómo he pasado de largo. Soy un urbano envidioso de los campos y pueblos. De las callejas cuyos habitantes circundan la plaza o el centro para enamorar a alguien. "Tenís pura cara de pueblo...", me han dicho, y lo pregono con un orgullo sincero. Sueño con envejecer en un pueblo, donde mi casa sea la cuarenta y uno y mi jardín no importa si termina allí o por donde pasa el río... venicio |
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06-03-2004 |
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Hermosa columna. margarita-zamudio |
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28-02-2004 |
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Melina, Melina...me has traído a mi papá de cuerpo entero y su delirio eterno por su pueblo perdido en el monte, con su cielo y las pasionarias enredadas en el monte. Me has llevado de vuelta a mi desarraigo hace diez años de mi ciudad-pueblo desde donde un viejo que me ama como a un imposible, me mira con unos ojos iguales a los míos.
Gracias por la nostalgia y por cada palabra que nos dejas. Morana |
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24-02-2004 |
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ufffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff
a mi que he salido de un pueblo chiquito de tamarindos y calles que siempre estan alli y vecinos que son siempre iguales.. a mi que mi papa me dice exactamente lo mismo mientras me mira extrañandome...
a mi justo me viene a tocar leer a Melina. esto me pasa por ser... bueno tu ya sabes.
sduv31 |
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24-02-2004 |
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Es bellísima, Melina, tus palabras en la columna alcanzan grados altos de nostalgia bien empleada y sincera. Gran trabajo, un besazo! blanquita |
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23-02-2004 |
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Yo que soy de ciudad creo que viviria feliz en el campo, si tuviera la libertad que da el dinero, claro y soñaria dormida y despierta las 24 horas del dia. Ah por cierto, el cuento es precioso, me ha gustado muchisimo yoria |
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23-02-2004 |
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Precioso Melina, esa descripción tan cierta, de la vida real en el campo, de la añoranza, por creer ver algo mejor en otro lugar..., a cualquier soñador se le pasaría lo mismo por la cabeza, con el tiempo y el paso de los años se vuelve, pero...¡sorpresa!, todo sigue como se dejó, inamomible en el tiempo, pero tú ya viste otras cosas... otras vidas, pero ahí queda un bello recuerdo, entre triste y amargo. Un besito muy fuerte y gracias por tu columna, Pilar. Airedevalencia |
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23-02-2004 |
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el punto de inflexión está en la subjetividad de la persona, nada es tan horrible ni tan bonito, creo que un soñador se agobiará en el pueblo y en la ciudad, todo aquel que abstrae sus pensamientos para crear puede ver la realidad de las cosas en cualquier sitio y ten por seguro que te encontrarás apesumbrado de verla. gracias por tu columna barrasus |
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23-02-2004 |
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Escrito ágil muy bien llevado, pro no coincido totamente contigo, la mayoría de los campesinos no se sienten agobiados por la rutina ni la falta de horizontes, su mundo es el campo. Los he oído muchas veces expresar su conformismo" No podría vivir en la ciudad, con tanto ruido y en un departamento, ni loco"
Yo no podría vivir en el campo. jaja
Un beso. marimar |
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23-02-2004 |
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Decía Ortega que los rascacielos no son para los hombres. Ya ves...Yo vivo en Madrid y me siento extraviada... A veces se me olvida que debo apartar los ojos de las miradas con que me cruzo en el metro, en los trenes,cruzando una acera... Gracias por recordarme que existe un color de esperanza,ese verde amable y generoso que nos ilumina los ojos. INSOMNE |
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23-02-2004 |
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Supongo que todo consiste en que uno esté donde quiera estar, que prisiones hay en todos los sitios, incluso internas. Pero ahora me viene a la memoria las palabras de Rojas Marcos, un español encargado de la psiquiatría de Nueva York. Éste, en una entrevista, defendió a la ciudad tan vituperada últimamente a favor del campo, del pueblo. Recordó que las civilizaciones (palabra que viene de ciudad) crecieron en la medida en que nos fuimos urbanizando, abandonando el pueblo y viviendo en ciudad. La ciudad puede ser terrible, sí, su soledad es obscena. Pero en la ciudad -y no en el pueblo- uno puede cambiar de vida, elegir a sus seres queridos sin que tengan que ser sus vecinos, puede re-hacerse, crearse, re-inventarse. La ciudad está plagada de fantasmas agotados de la vida, es cierto, pero también está llena de pliegues donde uno puede huir para aparecer de nuevo, cual crisálida.
Bonito y bueno tu texto Melina, que en un día tan aciago como un lunes es capaz de abrir el apetito de pensar y escribir sobre ello. Felicidades! ;-) moebiux |
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23-02-2004 |
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Para mí, la naturaleza, el campo, el silencio, la sencillez son una utopía, hermosa, pero una utopía.
Soy un animal urbano y ya me he acostumbrado a vivir así, aunque eche de menos a la naturaleza.
De todas formas, tu texto tiene el sabor de la añoranza y del pan recién horneado. margarita-zamudio |
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23-02-2004 |
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soy de Santiago de Chile, y esta es para mí, una ciudad de neones y los amo, amo los edificios, los ultramodernos, y las reliquias, muchos de mis mejores amigos y recuerdos, mis éxitos y fracasos están aquí... pero muchas veces, dualidades, quiero volver al pueblo, quiero que mis vecinos estén preocupados de la lluvia, porque es lluvi, que cuiden a sus niños, que nos veamos en una plaza, añoro estar preocupado de qué madera me sirve para reparar el portón "del lado sur" o por qué esos círculos de pasto..."Gente que no sabe que más allá del campo hay otra gente.
El mundo queda lejos de los pueblos o a los pueblos no les importa el mundo", no sería moralista y me preguntaría "y qué"... y también devaneo en la pregunta ¿qué es el mundo?... no estoy de acuerdo con el fondo de mucho de lo que dices, pero ojo, que reconozco que no sé de tu vida... a lo mejor tampoco he entendido lo que dices, pero más que entender me preocupa lo que me provoca... eso no quiere decir que no haya visto aquí una pieza hermosa de letras, y insisto, no conozco tu historia, tu vida, así es que perdoname si no sé lo que digo... hermoso.. nauj |
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23-02-2004 |
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Ahora completa vuelvo a ella. Estas letras hablan de una huida, sin embargo me dejan sensación de melancolía de nostalgia, quizá sea el banco desconchado, o el óxido de las cadenas, o simplemente las ganas de huir de esta ciudad que ha tragado con sus avenidas y sus luces de neón. Excelente burbuja |
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23-02-2004 |
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Emocionante, precioso! moniquita |
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