El negocio del arte,
rezaban crueles y soeces
las cuatro palabras.
El negocio del arte,
y los numeros viajaban en fila
sobre piedras y lienzos,
como etiquetas.
El negocio del arte,
decían,
es un negocio rentable.
Y no entendían que el arte,
no es arma ni dinero,
que si se negocia no es arte,
que se es moneda,
y que si se ataca no es arte,
son consignas disfrazadas de ideales.
El negocio del arte,
decían,
mientras medio mundo se moría de hambre,
otros fabricaban arte,
como quien contruye pisos,
como quien pinta paredes,
dejando atrás significados,
expresiones o sentimientos.
El negocio del arte,
huele a podrido.
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