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"...He de seguir recorriendo este lóbrego camino…
Continuaré este itinerario en el campo de espinas…
Detrás de mi persona, el líquido dentro de mí ser se derramará…
En un acto de entrega absoluta…"


Después de revolver mi habitación, en busca de un cuaderno que finalmente encontré, me dedico a contemplar la ciudad a través de la ventana.
Afuera las hojas de los árboles caen haciendo piruetas, personas caminan por las calles sin rumbo alguno o al menos eso creo. Las hojas amarillentas de otoño me recuerdan el principio de mis estudios. Hace ocho años exactamente que recibí el titulo de medico, desde entonces como es de suponer ejerzo esa profesión.
Aunque jamás hasta hoy, sábado 18 de abril de 1715, de ha seducido la medicina. Por consiguiente durante mí tiempo libre práctico lo que realmente me interesa: la pintura. No me considero un excelente pintor, pero si un intento de ello ¿si soy un fracaso? Tal vez, pero trato de que no se note. Este día no es la excepción, me dispongo a hojear las páginas de mi estimado cuaderno de dibujo, allí plasme todo el talento, cuando escucho el rechinar de la escalera, producida por el peso de alguien. Seguramente esa persona viene a visitarme. Sin pensarlo dos veces escondo el cuaderno, debajo de la cama, para coger un libro de medicina, selecciono una página al azar, mientras que el picaporte que abre mi habitación gira lentamente. La puerta se abre dejando ver a mi visitante. Definitivamente tendría que poner una manivela a la débil puerta.
-Buenas tardes padre- digo sin el menor sobresalto
-Buenos tardes Licaón-
-Disculpe mi torpeza pero ¿a que debo su visita?
-¿Estas estudiando?- me preguntó observando el libro al cual se aferraban mis manos.
-Naturalmente-contesté cerrándolo para mostrarle la tapa, no vaya a ser que dude de mis estudios.
-Ha venido el Duque Voltaire para informarnos que esta tarde habrá una reunión en su Mansión, es de suma urgencia- me contempló como esperando una respuesta inmediata de mi parte, después de unos segundos agregó- La situación es tensa, los recientes ataques, turban a las personas.
-Lo sé padre en el pueblo no se habla de otra cosa que no sean los regicidios de Cedric y Henry, hombres de prestigio, y la salida apresurada del pueblo de Fleur.
-Por supuesto ¿cómo no se iría asustada? Con todo estos ataques y la incertidumbre de no encontrar al culpable o culpables de tales sadismos- me miro con el rabillo del ojo desafiante- se reunirán los miembros del tribunal
-Comprenderá que no puedo asistir- me apresure a contestarle
-¿Por que?- pregunto sin rodeos, definitivamente mi padre no es ningún tonto.
-Tengo que estudiar, mañana probablemente no pueda advierte el inconveniente que se me presenta.
-En cierta forma, lo que no comprendo es porque te apegas con ahínco a las enciclopedias si cuentas con una labor respetable.
-Padre…-dude un poco la verdad es que tenia razón- es necesario-sise- ampliar mis conocimientos, extenderlos a ramas mas complejas ¿Cómo sino lograre ascender de posición social?-perfecta excusa.
-Esta bien tu madre ira conmigo, de seguro regresaremos pasada la medianoche…-se quedo pensando un momento, como midiendo las palabras que iba a emitir a continuación-hasta mañana-dijo secamente.
-Hasta mañana…-alcance a responder pero dudo que me allá escuchado. Puesto que las escaleras vuelven a rechinar, haciéndome entender que estoy nuevamente solo. Parece que por fin podré dedicarme a trazar mi cuaderno sin que nadie me moleste.
Casi como acto reflejo meto la mano debajo de la cama, y al rato saco triunfante la libreta que con tanto recelo guardo.
He pasado estos últimos días cortando y costureando varios cuerpos, merezco un descanso o unos asuetos. Después de todo, por causas que desconozco, últimamente llegan a mi consultorio, personas con extrañas mordeduras. Razón por la cual debo permanecer más tiempo en el consultorio.
Sin ir más lejos hace unos días mí amigo el pintor Emile, llego al consultorio con unas extrañas mordeduras en los brazos y la pierna, que necesitaban ser atendidas con urgencia, de lo contrario se le infectaría. Me sorprendió que semejante herida fuera causada por un perro salvaje. Al menos eso me informo Emile. Desde ese momento mi amigo esta un poco distante de mi, no conozco la razón. Es extraño porque hablo animadamente conmigo, pero cuando me remangué la camisa para atenderle cambio el semblante. Yo tenía una herida en el antebrazo, era una corte hecho por algo punzante. El me pregunto como me había herido. Yo le dije que no sabía. Él frunció las cejas, como dudando, entonces le asegure que siempre me cortaba sin darme cuenta.
Y por si esto fuera poco últimamente tengo sueños extraños con personas corriendo de alguien o algo que no logro ver, el pánico se refleja en sus rostros yo quiero ayudarles pero no se como. Luego de esos sueños que se repiten tres veces por semana me siento cansado y algunas veces no tengo apetito. Esta mañana ocurrió lo mismo, en mi sueño, caminaba por las solitarias calles en una noche oscura y fría, mis pasos eran firmes y sigilosos. Fui a la plaza, escuche unos pasos. No estaba solo, busque a esa persona. Lo encontré, y al acercarme se quedo rígido. Después de eso no recuerdo más nada. La verdad es que no le doy importancia al fin y al cabo es eso, solo un sueño. Corto e irreal.
No tiene sentido darle mas vueltas a mi aburrida rutina, tengo que aprovechar estos momentos de tranquilidad.
Los primeros rayos del sol se filtran por la ventana, irritando mis ojos. Lamentablemente debo desistir de continuar el maravilloso sueño junto a Morfeo.
Luego del desayuno, me dirijo junto a mis padres a la iglesia, como todos los domingos. Al parecer mi negación a asistir a la reunión del Duque Voltaire, molesto a mi padre, por suerte las miradas acusadoras no pasaron a agresiones verbales. Mi madre no era de hablar durante los viajes en carruajes, y por ende desde que subimos se instalo un silencio.
Cuando llegamos todas las personas salían apresuradamente por las grandes puertas de roble de la iglesia.
-Buenos días. ¿Hemos llegado tarde?-pregunto mi padre al primer hombre que puedo detener del numeroso grupo de cristianos.
-Buenos días señor Lupus- dijo el hombre-no, la misa se suspendió…
-Entonces ¿que ha ocurrido?- inquirió mi padre
-Alguien ha denunciado al joven pintor Emile como el autor de… usted comprende, además el ataque de esta madrugada, la situación en que se le encontró - mi padre asintió con la cabeza –van ha juzgarlo ahora mismo- el hombre tomo un poco de aire y prosiguió- es una suerte que su hijo este con usted, es el amigo del joven ¿no?
-fueron amigos desde la infancia- respondió mi padre, hombre primordialmente opositor a cualquier suceso extraño o confuso, sin dejarme responder.
-¿fueron?
-si fueron, después de esto no volverán a cruzar palabras, ensuciaría nuestro apellido- concluyó.- de todos modos, el veredicto de hallársele culpable, a no dudar que así será, le impedirá seguir amistando con Licaón.
Las palabras de mi padre me disgustaron, quise responderle pero el pudor supo no pecar de ignorancia, la aprensión sometió a la capacidad de hacer justicia. Pienso que es indignante considerar y relacionar a Emile como un vil criminal, solo por una denuncia.
Estaba tan sumido en mis pensamientos que no puedo recordar con exactitud porque tuve que declarar como testigo, durante el juicio a mi amigo. Todo paso tan rápido que logro acordarme de los sucesos. Lo único que se me viene a la mente es una superposición de imágenes, en donde solo articulaba algunas palabras, respecto a mi relación con Emile.
Recuerdo que una vez lo atendí, tenia una mordedura como de un animal salvaje en la pierna- eso fue lo que dije sin medir mis palabras.
Ante mi relato el público coreó “lobo, lobo, lobo”. Era tan ruidoso el alboroto en el recinto que no sé con seguridad lo que me dijo Emile. Solamente una frase retumba en mi atormentada cabeza. “Licaón tu destino solo tiene un final…”. Ahora solo lo escucho gritar un montón de blasfemias sobre mí persona, mientras las llamas ahogan sus palabras. Me siento como un asesino, soy culpable, lo se y no hice nada para ayudarlo.
Después de presenciar esta horrible condena, vuelvo con mi madre a nuestro hogar. Mi padre se quedo en el tribunal.
En un santiamén llegamos a la casa son las doce del mediodía, la mucama le informa a mi madre que el almuerzo esta listo. Yo le digo a mi madre que no tengo apetito. Subo por las escaleras hacia mis aposentos. Rápidamente ingreso en el mismo y para luego recostarme en la cama, necesito descansar un poco. Después de perder a un amigo solo quiero encerrarme en mi soledad.
Tal vez algún día Emile me perdone por haber cavado su propia tumba para luego sepultarlo. Soy demasiado débil como para oponerme a mi padre, a sus decisiones. El tribunal sabia de las mordeduras de Emile, yo se lo conté a uno de lo jueces después de haberlo atendido. Temía que fuera algo grave y como ellos trataban casos estrafalarios considere prudente decírselo. De seguro sino lo admitía en público se lo contarían a mi padre, el principal opositar en lo que se refiere a anormalidades. Estaba entre la espada y la pared. ¿De que me serviría la valentía?, de nada, era mejor acusar a Emile. Vivir atormentado durante el resto de mis días por mi conciencia, pero con la aprobación momentánea de mi padre.
Abro los ojos estoy recostado en mi cama, me duele un poco la cabeza. Giro la vista hacia la ventana. A lo lejos veo un pajarito. Mientras lo observo siento que mi boca se llena se saliva. No podría explicarlo pero creo que quiero comerme a aquella ave cantora. ¡No, eso es una bestialidad, es repugnante!. En un intento de olvidarme de esta sensación horripilante, muevo la cabeza para encontrarme con dos patas peludas y de color gris y blanco. O mejor dicho mis patas. Estoy tan perplejo que no puedo evitar abrir la boca para pedir auxilio, pero percibo que no puedo articular palabra alguna, como si nunca hubiera utilizado mis cuerdas vocales. No todo lo contrario aulló, como un lobo.
De seguro es un sueño solo eso, debo dormir y dejar de atormentarme con estas locuras. Es eso, simplemente un sueño. Pienso mientras observo mi cola larga y peluda. Es una ilusión digo para mis adentros.
Cierro con miedo los ojos y empiezo a caer en un profundo sueño. Todo es oscuridad y penumbra. Repentinamente aparecen dos ojos escarlatas, tan horribles como el mismo infierno. Nuevamente despierto jadeando, muy a mi pesar salí de un infierno para entrar a otro.
Sigo siendo el lobo de hace un rato. Debo evitar exaltarme de lo contrario vendrían sirvienta y mi madre para averiguar que sucede. Tengo que tranquilizarme. Mi cuerpo es el de un lobo, pero aun conservo mi capacidad de razonamiento. Poseo el rasgo que distinguí a los humanos de los animales. Tengo que meditar acerca de mi situación. No creo haber sido mordido por alguna bestia extraña o haber ingerido medicamento alguno sin receta que me provoque una alucinación. Por las dudas es mejor asegurarse, clavo mis mandíbulas en una de mis patas peludas, desgraciadamente siento un dolor indicándome que esto es la neta realidad.
Primordialmente no debo salir de mi habitación, al menos no en esta condición, de lo contrario seguramente me sacrificaran como a Emile. Ahora que lo recuerdo él me dijo: “tu destino tiene solo un final”. Será posible que se refiriera a esta metamorfosis. ¿En ese caso como sabía de esto? ¿Quién es Emile? ¿Un simple amigo difunto? ¿Un hechicero?
Naturalmente algo con sucesos extrañas tenía que ver sino como se explica las acusaciones que le adjudicaron. Por que no puedo recordar nada del juicio, al menos si supiera cuales eran los cargos de mi amigo sabría si era un hechicero…o un hombre lobo.
Yo no creo mucho en la brujería, eso de que tanto algunos hombres como mujeres practican maldiciones para perjudicar a los demás ciudadanos de un pueblo, destruyendo cosechas o convirtiéndolos en animales. Al contrario, por estas conclusiones que saque a cerca de los hechiceros, creo que las “atrocidades” que realizo Emile se deben a que era un hombre lobo. Aunque tampoco creo en esa leyenda, según esta el hombre que sea mordido por lobo se convertirá en hombre lobo. Pero es la que mas concuerda con Emile, después de todo tenía un mordedura en el tobillo y en los brazos, y luego de unos días le empezó a crecer pelos en la cara y brazos. ¿Cómo se explicaba eso? Definitivamente esos eran síntomas extraños, que no tenían respuesta en mis estudios médicos2. Además porque Emile se empeñaba en pasar horas y días encerrado en casa. ¿En que momento salía de su casa? Era simplemente por su condición de pintor³, ¿necesitaba inspiración? Si algo le envidiaba a Emile, era eso el ‘podia ser pintor’ y yo no, es mas nunca podré. Mi madre tiene problemas de salud si yo le dijese de mis verdaderas inclinaciones académicas, se seguro sufriría un decaimiento, es vulnerable a cualquier noticia que significara desagradable.
He esta demasiado tiempo sumido en mis pensamientos que no me di cuenta en que momento se dibujaron las estrellas en el cielo. Mi padre llego hace un largo rato, escuche cuando la sirvienta lo recibía.
Repentinamente se escuchan unos pasos, alguien sube las escaleras pero se detiene en el rellano.
-Amo ha venido el Duque Estanislao, quiere hablar con usted-informo la sirvienta
-Dile que le espero en el despacho- ordeno mi padre
El Duque Estanislao es una de los miembros del tribunal, de seguro ha venido para hablar con mi padre de Emile. Aunque se que no pueden ver en esta condición, tengo que averiguar cuales son las ‘atrocidades’ que cometió. El problema ahora es abrir la puerta. Salto hacia el picaporte de la puerta, varias veces tratan de que el mismo gire. Finalmente logro mi cometido. Bajo las escaleras, saltando de tres escalones, apresuradamente pero con cautela. Llego al despacho de mi padre, apoyo una de mis orejas puntiagudas en la puerta para poder escuchar.
-Definitivamente creo que hemos actuado con sensatez…
-Es que no entiende- se excusaba el Duque-y si, Emile no era culpable como sabremos de ahora en más a quién imputar…
- Es que acaso usted no comprende, el ya esta muerto…de que sirve atormentarse con eso de si hubiera sido mejor…
-Por si no lo sabia el era pintor- dijo Estanislao- vera las otras victimas también lo eran, no sé es un poco extraño no cree-hizo una pausa-si la memoria no me falla el joven Licaon tenia una inclinación hacia la pintura.
- ¡El nunca será pintor! ¡Jamás concebiré eso!-grito encolerizado mi padre.
Siento que mis pupilas se dilatan al escuchar la dura realidad, jamás seré pintor. Aunque reencarne habrá algo que me impedirá aspirar a mis sueños.
- Bueno si en verdad Emile era el hombre lobo autor de los ataques a los pintores, su hijo esta a salvo, pero al fin de cuentas el es un respetable doctor. Además es un hombre de bien.
-¿Cómo?
-Su hijo nos contó de la mordedura y los síntomas de Emile.
-Mi hijo, bueno al fin ha actuado con prudencia.
Las palabras de mi padre me dejaron helado, aunque sabia que para el enterarse de mi respaldo a la justicia sería lo más prudente que haya hecho hasta el día de hoy. Para mi solo es un cargo de conciencia. Algo con lo que tendré que lidiar.
Me vuelvo hacia la escalera, consigo llegar hasta la puerta de mi habitación y la empujo con una de mis patas. Salto a mi cama. Luego cierro los ojos. Al fin pude resolver el misterio Emile estaba acusado de cometer todos esos crímenes contra aquellos pintores: Fleur, Cedric, Vladimir, Henry, Eliseo y Theodor. Estos cinco últimos encontrados muertos en las proximidades de los bosques. Fleur sufrió un ataque en las manos y brazos, al igual que los otros, pero salió ilesa y luego de recuperarse se fue del pueblo. Pero porque lo habría hecho si el tenia un prestigio envidiable, era junto a Cedric uno de los mejores retratistas. No lo entiendo. Debería descansar a lo mejor mañana vuelvo a la normalidad.
Mañana regresare a mi aburrida rutina, tengo que trabajar cortar y curar heridas sin agrado alguno. Salvar vidas ajenas, sin reparar en mi propia frustración.
Abro y cierro lo ojos, en cada uno de esos movimientos veo las estrellas. En una de esas veces no las vuelvo abrir más.
Bajo las escaleras sin hacer ruido, me escapo de mi hogar por la ventana del sótano.
La verdad no se que hago a estas horas de la noche caminando o mejor dicho deambulando por las calles alumbrado por la tenue luna. A lo lejos vislumbró una silueta de una persona es Ronald, un conocido pintor del pueblo. Que por cierto ilustra paisajes dotados de hermosura. Corro para alcanzar. Quiero saludarlo. Mientras me voy acercando, a pasos rápidos, Ronald gira sobre sus hombros, al verme retrocede unos pasos. Me acerco más y él se aleja con ímpetu. Empiezo a correr para alcanzarlo, el se cae y contemplo el terror plasmado en su rostro. Ronald me mira con pudor me dice algo pero no logro entenderlo, entonces me agarra de los pelos. Al tiempo que una sustancia pegajosa cubría su cuerpo. No logro comprender porque estoy abriendo mis fauces e intentando clavar mis colmillos en los brazos de Ronald. Luego con una fuerza que desconozco arrastre y jale al pintor. Clave varias veces los colmillos en el cuerpo débil y enclenque de mi victima. Hasta que la calle se baño de sangre. Como si ya lo hubiera hecho antes.
Empiezo a recordar un sueño, la noche que visite a Emile, en la madrugada del día que lo atendí. Yo fui a su taller, el estaba pintando un cuadro hermoso, quería verlo de cerca. Me acerqué. Él gritó asustado. Luego me ataco con algo punzante. Sentí un dolor agudo en el antebrazo y me alejé de su presencia. Cuando desperté, misteriosamente mi antebrazo tenía un tajón con sangre coagulada.



¿Fin?

1-En la mitología griega se habla de un tirano sediento de sangre llamado Licaón, que encolerizó a Zeus porque le sirvió la carne de un niño humano. Como castigo Zeus convirtió a Licaón en un lobo, aunque este conservo algunas de sus características humanas.
2 Una explicación médica sugiere que al menos algunos de esos supuestos hombres lobo eran llevados a juicio porque en realidad tenían aspecto de serlo. Padecían una enfermedad congénita muy poco frecuente, conocida como hipertricosis. A quienes padecen esta enfermedad les crece el bello de la cara, que llega a cubrirles las mejillas, frente, nariz e incluso los párpados. Los médicos han apodado el gen responsable de esta afección “el gen del hombre lobo”
³ La porfiria explicaría otros aparentes signos de ser un hombre lobo. Esta dolencia produce una sensibilidad extrema a la luz, lo que hace que quienes la padecen sólo se aventuran a salir de noche como los hombres lobos. Cuando la enfermedad evoluciona, aparecen marcas en la piel, que podrían muy bien haberse interpretado como las heridas que lo hombres lobo se hacen al correr por los bosques

Texto agregado el 15-03-2007, y leído por 238 visitantes. (0 votos)


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