La confusión aparece a veces.

Las proyecciones vociferantes de pasados descompuestos.

La pérdida de vista de los objetivos.

Amnesia.

Amaneceres despreciados, desganos matutinos.

Aromas que se vuelven indiferentes.

Y las visiones tan reales, ahora son vagas imágenes
que escupen culpa y pincel a la imaginación enajenada.

Imperfecciones interiores son resaltadas por una vocecilla cobarde y embustera.
Colgado hace años de pasamanos llenos de hollín de ciudad. Caminando entre callejones que, quizás por diversión, acostumbran disfrazarse como si intentaran constantemente desplazarse hacia otro suelo.

Quise hablar y no conseguí articular palabra.
Las canciones enmudecieron y volaron hacia la otra orilla, desde donde me contemplan y componen ellas mismas una cadenciosa danza inaudible.

Un aire espeso y húmedo quema mis pulmones.
Y los pasos impacientes no consiguen una dirección que los tranquilice.

Pareciera que hay algún lugar donde ir y que el único pequeño detalle faltante en esta absurda y borrosa ecuación es saber dónde queda.

Conseguir el dónde y, más aun, el cómo.

Pareciera que las costumbres se pegan, y que, como los callejones, llevara años disfrazándome, nada más que intentando constantemente desplazarme hacia otro suelo.