hay tantos libros escritos en mi vida que me revuelve el estómago cuando cojo uno y me pongo a leerle, escuchando tantas notas musicales que reviento mil veces en una especie de guirnalda rojiblanca, orlando el dorso de un dios de sangre y huesos, al mismo tiempo, canto diariamente en la cima de un pueblo olvidado, geografado por las manos de otro dios de sangre y carne, sin piedad, con amor uniformado, aburrido a veces pero siempre viene dulcemente como sierpe paradisíaca...
ten piedad me dice el árbol de un manzano, y yo le cojo y me trago cada una de ellas, mientras una druida viene de la mar con las manos de barro rojo, disculpándose una y mil veces por tanta brutalidad, tantas veces que olvido cuantas veces fueron, pero continúo con los manzanos pues me encantan, aunque todo empiece a negrearse y el dios de mis padres grite que la noche y el frío vendrán a vestirme con un regalo consuelo, la carne de la druida...
¿se entiende? ¿me entiendo? ¿escuchas mi locura diurna? ¿mis letras apretadas en noches encantadas? ¿mi libro desgarrado y sin mas hojas que carne y mas carne?
siempre, siempre, todo empieza y todo, todo, toditito, siempre, siempre empieza terminándolo todo.
san isidro, marzo de 2007
|