Mientras la luna acaricia el suave viento
Finos lances de luz traen tu recuerdo
Y en las sombras nebulosas veo tu rostro
Tan distante, mas efímero y eterno.
Y como lanzas de un desconocido cristal
Los recuerdos penetran mi alma sin piedad.
Y puedo ver como en un sueño sin final
Voy confundiendo fantasía y realidad.

Recuerdo esas tardes y noches en el hospital
Sin saber que tu fin estaba a punto de llegar.
Yo me sentaba a tu lado y observaba tu lento respirar
Rogando a Dios y a los cielos que te pudieras curar.
Y a veces abrías tus ojitos de ensueño
Y me mirabas con angustia y con miedo
Pero aun así lograbas sonreír
Entre todo el dolor que debías sentir.

Y recuerdo que siempre estabas ahí para mí
Aun cuando yo no te buscaba.
Aún cuando fingía no necesitarte,
Tú nunca te alejaste de mí.
Me decías estabas orgulloso
Por todos mis logros y esmeros
Y yo decía siempre,
Que tenia ante mi el mejor de los ejemplos.

Me enseñaste que en la vida hay que batallar
Me enseñaste a nunca darme por vencida
Me dijiste que no es una debilidad llorar
Que es muestra de fortaleza y parte de la vida.
Me enseñaste a confiar en ti.
Me protegiste con tus brazos y amor.
Y aun cuando me veías sufrir
Sostenías que debía dejarlo todo a Dios.

Me enseñaste a pedir perdón
A poner en todo alma y corazón.
A seguir siempre mis principios
Y a mantenernos siempre unidos.
Y me enseñaste, entre otras cosas
Que no importa cuan mal yo estuviera
Tú estarías siempre a mi lado
Como mi fiel compañero de guerra.

Pero algo se te ha olvidado
Pues en tantas cosas que me educaste
Nunca me enseñaste
A vivir si no estás a mi lado.
Porque respirar día a día
Es como intentar vivir de nuevo
Yo conocía de sufrimientos de esta vida
Pero al estar sin ti, papi
He conocido el infierno.