La muerte llama a la puerta y los oídos de su perseguido son aturdidos por el sonido del silencio. Hace tiempo viene escapando de su inevitable y hoy pretende esconderse debajo de sus sabanas. Como un niño en su absurdo y escaso sentido el 22 escapa de la muerte en un sueño de inciertas proporciones porque nunca supo bien cuando empiezan y terminan los sueños. Sus sabanas se han convertido en cielo y tierra, su cuerpo en limite, su sangre en mar, su muerte en vida, su vida en muerte y escapa incidiendo llanamente dentro de la sombra de los días.
Sus ojos fijos al techo, su mirada pegada en un punto incierto que no se desvanece ante la molestia de sus parpados, sus labios secos ya no exhalan aquellos vacíos y húmedos suspiros.
Su vida en muerte, su muerte en vida y sigue vagando sin sentido en la dimensión desconocida por los vivos y los cuerdos.
Dejó su cuerpo debajo de sus sabanas y escapando de la muerte se ha dispuesto a abrir aquella puerta caminando precipitadamente hacia la vida.