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Un cuento sin pretensiones de serlo. Es simplemente una historia que cabalga en mi memoria y que vino a renacer por obra y gracia de un cuento-realidad de GUI.

La guardia se presentaba tranquila. Las noches de los jueves solían ser suaves en trabajo. Detrás de la puerta de acceso a la Sala de Emergencia, ya se había pintado un gato negro de espaldas, fetiche que intentaba suavizar las horas de esfuerzo y trabajo y que, invariablemente, ocupaba noche tras noche su puesto detrás de la puerta. Eso sí, cada día uno nuevo, pintado por el médico-artista de turno.

Examinaba al último paciente, llegado unos minutos antes. Dolor abdominal y fiebre. Se ordenan los análisis de ley, CT, etc. Posible apéndice.

De pronto, otra ambulancia. Ululaba agudamente al arribar a la rampa. Movimiento del personal, camillas, enfermeros y... gritos.

Una mujer, de rasgos indígenas, joven, de unos veintitantos años se quejaba lastimeramente de dolor. -¡Hay qué dolor de panza!.Repetía una y otra vez.

La colocan en la camilla de examen, le “abren vena”, casi como rutina.

-Señora- digo- ¿Dónde le duele?
-¡Toda la panza!, responde con un grito colgado de los labios.

Levanto la sábana que la cubre, encontrando un abdomen abultado y duro.

-¿Está embarazada?-
-¡No!-grita con fuerza.
-¿No le ha faltado la regla?
-¡Nunca!- responde de nuevo.

Al palpar el abdomen, una contracción firme hace su presencia y nuevos lamentos. Pongo el fetoscopio manual y escucho, definitivamente, un corazoncito latiendo de forma acelerada.

-Prepáreme a la paciente pare examen vaginal- le digo a una enfermera.

Después de varios minutos de negativa de la enferma, se deja colocar en la posición adecuada. Al introducir los dedos toco, inequívocamente, una cabeza a punto de coronar. No da tiempo a referir a la paciente a la sala de Emergencias de ginecología y, allí mismo, atiendo el nacimiento de un rollizo niño, de abundante cabellera y piel trigueña, bien dotado, y que rápidamente lanza su primer llanto. Peso y medidas normales para un niño a término.

-Mire su dolor señora- le digo mostrándole al bebé, saludable a más no poder.

-Ese niño vos me lo pusiste allí, yo no estoy preñada. ¡ No es mío!.- Insistía casi gritando.

Los pediatras, llamados, acudieron a evaluar al recién nacido.
-APGAR 10. Concluyó el médico de niños.
La madre, luego de extraerle la placenta fue referida, a su vez, a obstetricia, donde seguiría su post parto.

Ni bien habían pasado 40 minutos me llaman por el altoparlante para presentarme en obstetricia.

-La señora que enviaste, la del parto en la Sala de Emergencias, no para de gritar, insistiendo en que le pusiste ese niño en la barriga, según sus palabras. Que te trajeran, si no rompería todo lo que tuviera enfrente.- me dijo el médico a cargo de el departamento en ese momento. –Tiene a las enfermeras locas.

Entro en la habitación cuádruple, siguiendo a mi colega. Ni bien me ve, me sacude un:
-Sos un hijo de puta, doctorcito cabrón. Pero no me voy a dejar joder.

Intento, por todos los medios, dialogar suavemente con la buena señora. No hay forma. Insultos similares y la seguridad de que el niño aquel fue puesto por mí en su barriga.

Le habían puesto un sedante y fue bajando su diatriba. Pero no quiso recibir al niño. Ni tan siquiera verlo.

Al otro día, intrigado por el asunto, regresé, antes de continuar mi trabajo, a obstetricia. La paciente se había ido esa mañana, escapada. Sin darle el alta. Nunca más se supo de ella. Sus datos eran todos falsos. La habían traído desde el Mercado Central, donde había empezado a quejarse, y donde nadie la conocía.

Pasé por pediatría a ver al niño, el cual era una pelota de salud. Su destino era, a la larga, el Hospicio.

Hablé con mi tía, solterona y por los cuarenta.

En lo que los papeles iban y venían, se lo llevó, con anuencia de las autoridades a su casa.

Joaquín, mi primo “Quincho” ahora, es un estudiante destacado de Agronomía y me hace repetirle una y otra vez la historia de su madre. Ya la empezamos a buscar, ahora que hay pruebas genéticas fidedignas. Ya les contaré...


Texto agregado el 22-02-2004, y leído por 493 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
01-04-2006 Que bonito!! Me encanta... y me gusta igual, ver partes de mi tierra y de mi gente entre tus letras. Un abrazo fuerte. Thais
01-04-2006 Segunda lectura y continúa cimentándose esa relación de lector-narrador que empieza con el primer párrafo leído. Buena Rodrigo... aukisa
20-12-2004 Excelente. Nunca he podido entender como hay madres que no quieren a sus hijos y lamentablemente existen. Van mis 5* y felicitaciones. jorval
02-05-2004 Perdón, por la emoción, me olvidaba de decirte que voy a tu libro. islero
02-05-2004 ¡Ay, hermano, cuánto me has emocionado con tu bellísimo y humano relato! Por muchas razones que no vienen al caso. "Humano, demasiado humano", si así pudiera decirse. ¡Cúantas dimensiones de la condición humana has tocado, con delicadeza, en cada uno de los personajes! Por favor, continúa. islero
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